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astrid.rhys.jones@hotmail.com

miércoles, 22 de septiembre de 2010

¿Y esto qué es?

Quemé nuestras fotos, rompí sus regalos, borré sus mensajes. Me deshice de su olor en mi ropa, de sus notas cariñosas. Pero olvidé eliminar lo más importante, lo que más me recordaba a él... A mí misma. A mí y mis veinte mil lunares, a mí y mis labios, a mí y mi pelo enredado.Es imposible que lo llegue nunca a olvidar, que lo llegue a eliminar completamente nunca.

Él es parte de mí, de mi cuerpo, de mi alma. Y yo... yo soy parte de él. ¿Y esto? Esto, ¿qué es? Amor, my darling, amor. Amor del que te hace vibrar, y quizás también morir.

martes, 7 de septiembre de 2010

Amor-odio pero siempre con un poco más de amor

Ella intentó zafarse pero solo consiguió cansarse todavía más.

-¿Ya?- Le preguntó él irónico. Como respuesta Nell le escupió en la cara. Mientras con la izquierda el retenía las manos de ella por encima de su cuerpo con la otra se limpió el escupitajo de los labios. Después, sonriendo; deslizó uno de los dedos por los labios de Nell. Rápida, intentó morderle con una mirada furiosa. Pero él, atento; se apartó antes.

Ella respiraba agitadamente, cansada. Cansada de esa lucha, de ese amor-odio que tanto los envenenaba. Y todo eso lo dijeron sus ojos. Él se asustó, se asustó pensando que pudiera perderla ahí mismo e inmediatamente soltó sus brazos y la agarró delicadamente de la cintura, dejándola protegida entre la pared y él mismo.

Y ella se echó a llorar.

-Déjame irme, quiero irme.-Sollozó sin poder controlar las lágrimas. Él la abrazó asustado, sin poder dejarla marchar porque dolería demasiado y ella se apoyó en su pecho manchándole la camiseta de rímel corrido.

Una vez más serena hizo amago de separarse, pero él seguía abrazándola sin hacer fuerza pero también sin mover un ápice los brazos alrededor de sus hombros.

-Nell...-Empezó a hablar mirando hacia abajo, intentando encontrarse con su mirada.

Como respuesta Nell intentó hacer desaparecer los surcos de rímel y agua salada de su cara, avergonzada por haberse permitido semejante debilidad, sin atreverse a mirarlo. Él la sacudió ligeramente haciéndole levantar la mirada. Sus ojos se encontraron.

-Nell ¿qué nos pasa? ¿por qué no sabemos "estar bien" como los demás?

-Supongo que no somos como los demás-Le responde ella con una sonrisa nerviosa.-Y cada vez nos hacemos más daño...-Su mirada se entristece otra vez y él se da cuenta.

-Pero yo... yo creo que te quiero.-Inspira ante lo que acaba de soltar.

Ella lo mira sorprendida pero se sorprende todavía más cuando de su propia boca salen esas mismas palabras.

-Yo también creo que te quiero.

Se quedan ahí, sin saber cómo continuar, sin saber qué hacer. Nell ve a lo lejos la ciudad encendida, continuando en el tiempo inexorable sin contar con que la vida de ellos dos se hubiera detenido. Suspira.

-Pero nosotros... nosotros nunca conseguimos estar bien y creo que solo acabamos haciéndonos daño.

Una lágrima se desliza por su mejilla. Él se inclina y la besa, justo ahí, atrapando esa gota salada de dolor. Y de repente lo tiene claro.

-Nell, sal conmigo por favor. Sé mi chica. No sé cómo van estas cosas, nunca he sido de estar más de una noche seguida con la misma, pero si hoy me preguntaran quisiera que tú fueras mi presente y futuro. Hagamos que esto funcione, intentemos dejar de hacernos daño.

Ella lo mira sorprendida. Como toda respuesta lo abraza y él suspira aliviado entre el dulce olor de los mechones de su pelo.

Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.