Soul of music.


MusicPlaylistView Profile
Create a playlist at MixPod.com
astrid.rhys.jones@hotmail.com

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Echo de menos


Echo de menos las caricias. Ésas que comienzan en la nuca, rozan la oreja, se deslizan por el cuello, descansan en el hombro izquierdo y terminan en el pecho. Ahí, junto al corazón, como si quisiera con su mano atraparlo y llevárselo.

Echo de menos los besos delicados que van desde la clavícula al ombligo, mientras roza su nariz mi piel al paso. Sin olvidar claro aquellos que me destrozaban la boca, la cara, el cuello; salvaje expresión de todo nuestro deseo.

Echo de menos la respiración entrecortada y la alternancia de frío y calor que produce sobre la piel. Los jadeos que truenan en los oídos y el suspiro que va a morir en la nuca tras un escalofrío.

Echo de menos la voz que susurra, la que habla, la que ríe, la que acaricia el alma. También añoro la que gime, exige y se derrite. Sin olvidar nunca aquella que grita, o que simplemente pronuncia mi nombre.

Echo de menos las manos que se apresuran, esas ansiosas que atrapan y no sueltan. Las que se enredan en el pelo y, sobre todo, aquellas que sujetan por encima de ti las tuyas propias y te inmovilizan.

Echo de menos la piel contra la piel. El calor. El repentino frío. La fuerza y la delicadeza en perfecto equilibrio. La protección, y el desamparo posterior. La tortuosa y placentera lentitud, seguida de la deseada y deliciosa rapidez. Los cuerpos unidos, conectados. El sentir y ser en ese preciso momento. Todo. Lo echo de menos todo.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Café de navidad

Escribo mientras apuro los últimos sorbos del café. Tengo una reunión en media hora y todavía no estoy ni vestida, menos mal que es cerca de casa. En cinco minutos estoy ahí, corriendo por supuesto -gracias al cielo que no son necesarios tacones!- y es que necesitaba escribir un rato. Simplemente sentir el dulce ticlití bajo mis dedos, no más.

Y es que tampoco es que haya mucho que contar. Van avanzando los días y yo me noto parada, es hora de empezar a moverse ya. A menos de una semana de que termine este año 2011 y cada vez más cerca del final de mis vacaciones, yo todavía sigo sin vestido de Nochevieja y sin haber trabajado nada -esto no puede ser!-. Entre hoy y mañana me pondré las pilas, y de ahí todo hacia arriba, sin problemas.

Me estaba riendo ahora mismo. Recordaba donde estaba hace un año y la verdad es que, sí es verdad, estaba enamorada, lo quería y me quería... y ahora estoy en territorio desconocido sin saber si sí o si no, sin saber nada, sin tener el control de nada, y sin embargo, estoy segura de que soy el doble de feliz que el año pasado. Me gusta. Este 2012 no promete nada, y eso lo va a hacer fantástico.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Pf.

Estas fechas me sientan de pena. No tengo ningunas ganas de cumplir con ninguno de esos estúpidos compromisos adquiridos por ser persona, por ser ser social, por tener que convivir con el resto. Que si cena, que si charla que si tal. En fin, intentaré refunfuñar el mínimo posible y ser lo más educada y políticamente correcta posible.

Si a eso le sumas que estos días me siento incomprendida entenderéis el por qué de mis desvaríos. Los chicos son incapaces de entenderme, últimamente solo lo hacen las chicas. Pero a ellas les falta un punto práctico, más  pragmático y siento que no hay un solo ser humano en la faz de este planeta que pueda coger ponerme la mano en el hombro y susurrarme: yo lo entiendo, lo vamos a solucionar juntos.

Coincide además con un bajón energético del alma. Estoy en pinchazo, sin parches para arreglarlo ni ganas de soplar. Encima, estoy en camino de ponerme mala... pero es lo de menos, y es que ay... si solo tuviera que preocuparme por mi salud física... pero es que es la mental la que parece que no consigue un estado más o menos no demasiado preocupante.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Reencontré.

Qué bien sienta estar de vacaciones. Todo el mundo debería probarlo de vez en cuando. Creo que queda claro que a la par que mi humor, mi frágil salud -es todo lo que tengo de damisela en apuros- ha mejorado también. Si a eso le añades que comencé mis vacaciones el viernes pasado... pues eso, la vie en rose.

Aunque no os creáis que todo es perfecto. Empezando porque aunque oficialmente de vacaciones, sigo teniendo muchísimo trabajo; y terminando porque se acerca Nochevieja y, como siempre, yo todavía no me he comprado el vestido ¡por no romper con las tradiciones, eh!

Haciendo gala de una madurez que pocas veces me invade -e influida porque Ela ya me ha estado dando la chapa con el tema- iré mañana a ver si encuentro por la ciudad algo que me guste y que me vaya a gustar llevar durante una larga noche y consiguiente mañana -que si nos vamos de fiesta, nos vamos de fiesta-. Así, además, solucionaré algo de papeleo que llevo dejando aparcado desde hace siglos.

En fin, me encanta la Navidad. Es el momento en el que ser insufriblemente nostálgica y romántica es correcto. Hay que aprovechar y dejar el cinismo para la vuelta.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

En muy variados procesos.

Lo que escribí ayer es una de las consecuencias del final de mi noche del sábado. Y es que acabé en su casa. Y como mi memoria es tan genial, me dejé una de mis pulseras favoritas. Todavía tenemos que aclarar lo de los pendientes. Pero objetos materiales a parte, supongo que tengo mucho sobre lo que reflexionar. Claro que podría excusarme diciendo que todo es consecuencia de que estoy enferma, y es que cada vez que me toca me pongo mala -tanto metafórica como literalmente!-. Y esta vez ha sido la peor, quizás porque fue la mejor con él. No sé. Estoy confusa. Tampoco quiero darle muchas más vueltas, al fin y al cabo él no tiene ningún tipo de interés en mí más allá de lo del otro día.

Dejando a ese extraño ser a parte, Karl insiste en venir a verme. Que estoy mala, no muriéndome! Lo agradezco muchísimo, es un cielo, pero ahora mismo visitas son lo que menos quiero, solo quiero descansar, recuperarme y estar cuanto antes otra vez al cien por cien. Al fin y al cabo el trabajo se me está acumulando, me ha costado tres llamadas, dos correos electrónicos y unas cuantas comunicaciones dejar todo dispuesto para que mi mundo no se eche a perder en el tiempo que voy a faltar.

Mientras tanto, muchos líquidos, todos sin nada de alcohol -dios mío lo que daría por un vodka con lima ahora mismo- y cero cigarrillos -aunque sé que por muy mal que esté acabaré fumándome uno tarde o temprano-.

Supongo que lo que más me ha complacido de todo esto es ver que mi mundo avanza y se mantiene, aunque tenga que vigilarlo con el termómetro puesto.

martes, 13 de diciembre de 2011

Gracias.


-Gracias, gracias de verdad-Exclamó fervorosamente. Y es que casi podía sentir como en un momento la incómoda sensación de angustia en el pecho se había diluido, hasta desaparecer. Pero entonces un calambrazo hizo luz en su cabeza y releyó ávida su mensaje. Con el ceño fruncido hizo que todas y cada una de las miles de imágenes que tenía de esa noche se precipitaran y proyectaran en el gran cine de su mente: desde Bucay  quejándose mientras ella se maquillaba, pasando por el abrazo a Sonia, hasta su cuerpo y la mesilla donde había dejado su pulsera. Estaba desconcertada, había una pieza del puzle que no encajaba; pero entonces recordó que había otras variables que no estaba incluyendo, y que ese puzle era mucho más grande. Y pum! Encajó, su rostro se relajó y reprimió una carcajada. Vaciló, no sabía muy bien qué decirle y al fina decidió ir a tiro fijo, mantenerse despreocupada y apalear sus sentimientos hasta dejarlos inconscientes en una esquina. Tras eso, escribió: -Nene, sobre esos pendientes… el sábado yo no llevaba.

Sintió que a su izquierda algo se revolvía. Miró de reojo y antes de que se diera cuenta, sus sentimientos habían desaparecido. Sintió un violento golpe en el estómago y notó como la apuñalaban por dentro. Eran rápidos desde luego, muy rápidos.

Iba a arrancárselos. Desgarrarse las tripas y sacarlos uno a uno. Pisotearlos, arañarlos y hacerlos cachitos muy pequeños, con sus mismos dientes. Pero por un momento quedó quieta, y lloró. No porque no fueran sus pendientes –que eso le daba igual-, no porque se sintiera una cría a su lado –que ya se había acostumbrado-, sino porque lo que tanto había ansiado sentir, lo sentía ahora por quien no podía ser suyo.
Sin embargo acabó por tranquilizarse. Se enjugó las lágrimas y sonrió. Al fin y al cabo, porque aunque doloroso, era un sentimiento precioso. Y ella no quería renunciar a él. 

lunes, 12 de diciembre de 2011

Barreras y protecciones

Bucay habla de barreras, yo hablo de protección emocional. Quizás sea lo mismo. Quizás no, lo es. Todo es cuestión de perspectivas. Desde la mía todo está muy claro: protección es seguridad, y seguridad ausencia de dolor. No le tengo ningún miedo al dolor físico, el emocional es otra cosa. No es que le tenga pavor, incluso puedo llegar a disfrutar de él -al fin y al cabo del dolor nacen ciertas cosas únicas- pero mi experiencia me dice que, en mi TODO o NADA emocional actual, sería demasiado.

Desde la de Bucay también está todo muy claro: lucha por lo que quieres, el dolor es pasajero, el triunfo eterno. Vale la pena, déjalo fluir, no te obceques.

Pero es tan fácil decirlo... y tan difícil hacerlo. Supongo que todo irá fluyendo, quiera yo o no. La cuestión es si me voy a dejar arrastrar por la corriente, voy a nadar a favor, o lo voy a hacer contracorriente hasta desfallecer. Primero veremos hacia dónde sopla el viento, será bastante más sencillo así.

Mientras solo queda centrarse, que no se diga que un contratiempo emocional paraliza mi vida. Porque eso sí que no voy a dejar que pase.


Placentero desconcierto.

Este fin de semana me ha dado mucho sobre lo que pensar. En otras circunstancias habría entrado en fase de ataque de nervios muy pronto, pero conseguí controlarlo, consiguió que lo controlara. Curioso, muy curioso. Ahora solo me queda recuperar mi preciosa pulsera, cero valor monetario, mucho valor sentimental. Todavía me cuesta respirar un poco, pero creo que es más por el exceso de cafeína. Al fin y al cabo me he desahogado bastante con Ela, y en nada he quedado con Bucay, espero poder hablarlo con él. Todavía recuerdo cuando la vida era sencilla... qué tiempos, y ¡qué aburridos que éramos! No cambio ninguna de estas sensaciones -ni la angustia, ni la resaca, ni la falta de control, ni el control, ni nada- por nada del mundo. Me estoy volviendo una especialista en vivir.


domingo, 4 de diciembre de 2011

Entre tiburones.

Se quedó muy quieta. Como paralizada. No es que lo estuviera en realidad, pero ante un tiburón -como él- es lo que solía aconsejarse. Así que se quedó ahí, parada, al lado suyo pero lejos de él y muy cerca del resto. Sin apenas moverse lo miró de reojo y rápidamente volvió a bajar la vista al suelo. Estaba escuchando al resto.

Se estremeció de arriba a abajo cuando soltó una carcajada, y sin saber muy bien por qué, se sonrojó cuando escuchó su voz replicar con otra broma. Pero siguió sin moverse. Estaba segura de que él -como tiburón experimentado- podría dar con cada una de sus debilidades en menos de un minuto, medio si encima llamaba su atención.

Pero entonces, fue él el que llamó la de ella. La miró, podía sentir su penetrante mirada clavada en ella aunque siguiera con la cabeza gacha. Lentamente la levantó, lo miró y sonrió como pillada in fraganti. Él posaba con su sonrisa de medio lado. Genuina, auténtica. Durante unos segundos solo existían ellos dos.

Y entonces, dentro de su burbuja, él rompió el silencio:

-¿Me acompañas?

Consiguió mantener la compostura, fingió indiferencia, sacudió los hombros y asintió. Muy bien trabajada la pose; pensó para sí misma. Él sin embargo rió por lo bajo, condescendiente. Después se dio la vuelta y, mientras ella todavía trataba de controlar sus nervios, les dijo algo al resto. Alguna excusa, alguna justificación de a dónde iban.

Empezaron a caminar.

-¿A dónde vamos?-Preguntó ella curiosa.

-Eh... pues la verdad es que no lo tengo muy claro.-Respondió él con la vista perdida, para acto seguido mirarla interrogante, como esperando que ella lo retara.

-Eso está bien-Contestó ella sonriendo sin embargo. Al fin y al cabo, pensó, ella tampoco sabía a dónde iba todo esto.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Excuse moi mais je ne peux pas.

Estoy de una mal humor terrible. Enfadada con todo aquel que respire, pestañee o siquiera exista. Así que respiro despacio, cierro los ojos, cuento hasta diez y me ubico. Aquí, en este mundo. El gps de cinismo estropeado y yo con el nivel de estrógenos a la altura de su ego. Así no se puede, no.

Pero ningún imprevisto -como puede ser mi humor- va a despeinarme hoy. Hoy no. Hoy toca fiesta, aunque estoy preocupada. No por la posible bronca que tanto preocupa a Bucay y Karl para el concierto de esta noche, no. A mí los criajos no me interesan. Estoy expectante. Esperando, no sé. Al fin y al cabo Dex lleva metiéndome fichas tres semanas, al menos. Es encantador, para qué negarlo. Me habla de forma cariñosa e incluso se preocupa por mi día y, aún más importante, por mí.

Mas las circunstancias le van a hacer llevarse un chasco. Porque como siempre digo, los hombres van y vienen, los amigos son para siempre. Y yo tengo muy claro a quién soy fiel. Eso supone que, aunque oficialmente yo soy simple observadora, me importa más mi manicura que sus broncas y no tomo parte en nada eso, extraoficialmente la verdad es que no haría nunca nada que pudiera ir contra Bucay o pudiera llegar a considerarse una traición a nuestra alianza de genios malvados. Soy leal a quien tengo que serlo, eso lo tengo más claro que la incompatibilidad de un chandal con zapatos de tacón.

Por tanto, el flirteo se quedará ahí. Ni affair, ni nada. Quizás en otro momento, en otra vida, en otro universo paralelo. Pero esta noche, soy de mis amigos.

lunes, 21 de noviembre de 2011

¡Oh la la!

Bonjour madames et monsieurs! Como veréis me ha afrancesado mucho últimamente. En realidad todo ha sido  coincidencia, afortunada o desafortunada... eso está por ver.

El "quid" de la cuestión radica, como siempre, en los cambios personales que estoy viviendo. En esta nueva etapa de mi vida, más que nunca, me parece oportuno hacer un llamamiento al refinamiento -que no al snobismo-, a los buenos modales, al buen talante y a la elegancia... ¿¡y qué mejor que un aire francés para empaparnos del espíritu!? Y es que quien no conozca la importancia de las formas no merece ni que lo mire desdeñosa por encima de mis gafas de Dior. 

Pero no, ahora en serio. La gente tiende a subestimar estos valores, tan necesarios y tan útiles -al menos en mi experiencia-. Aunque debo admitir que eso es solo una razón secundaria. Porque sobre todo, lo que desearía que nos empapara del espíritu francés, es el libertinaje, la pasión, el amor por el arte y la vida, y el amor por el amor. 

Por supuesto que no. Por supuesto que esto no significa que a partir de ahora mis apariciones por este mundo vayan a estar cargadas de ñoñerías y sentimentalismos varios. Nada de eso. ¿Entonces qué? Bueno, ya lo iréis viendo. De momento deleitaros con la nueva apariencia de aquí, mi reino mágico; mientras, yo voy a deleitarme con mi último entretenimiento online. Twitter. Dios, es tan... ¡tan! ¡Oh la la! Un ensalzamiento del "yo" sin parangones, y es que cómo me gusta quererme tanto.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Novedad y pánico

Las medias en el rincón, al lado de la puerta de la habitación. Un poco más adelante, sobre la cama, la falda arrugada. Tirados en el suelo entre propaganda electoral, mis zapatos de tacón favoritos. Y ahí, al fondo, acurrucada con una manta y el pijama en la silla, yo. Éste es el panorama. Normalmente a esta hora tendría ya habría decidido qué hacer, con quién, dónde, cuándo y cómo. Con las chicas, con los chicos, discoteca, calle, bar, noche, tarde, madrugada,... Pero no. Estoy aquí, sin poder vestirme. Bloqueada completamente.

Supongo que tiene que ver con el cambio que estoy experimentando a nivel personal. No en vano he cambiado la plantilla del blog -aunque admito que todo comenzó por un tonto error, pero ya a partir de ahí me pareció que un lavado de cara no le vendría mal-.

Más que nunca, me busco. Y justifico mi existencia, y vida. O lo intento al menos. En días como hoy, no lo consigo... y no puedo más que esperar a que el pánico pase. ¿Qué ocurre? ¿No soy capaz de controlar a mi propia mente loca? De momento voy a la terraza, quizás un poco de aire y nicotina me ayuden.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Paz

Estaba yo pensando esta mañana en lo genial que soy y fantástica que es mi vida -se nota el café y la mejora de la enferma ¿verdad?- y es que ayer por la tarde, a pesar del trabajo acumulado, seguí a mi instinto y me largué al centro sola. En plan deportista 100%, me puse una falda bonita, medias negras, tal y cual, y con los patines en la mochila me largué a la zona de la Rivera.

Elegí cuidadosamente la hora, ésa a la que ya es de noche -pero solo porque llega el invierno- al tiempo que no hace tanto frío como a las once. Y ahí, entre luces artificiales y alguna que no tanto, paseé. Con todo en contra: el viento en la cara y el agua en la ría. Daba igual, podía con todo, era libre y nadie me lo podía impedir. Tras un buen rato y unas cuantas vueltas acabé en la punta contraria, sentada en un banco, escribiendo.

Notaba la sangre bombear en mis venas, al tiempo que no notaba el frío del refrescar nocturno. Enfrascada, con un pequeño cuaderno en el regazo, sentía que podía ser, hacer y crear todo lo que yo quisiera. No era consciente de nada de lo que ocurría a mi alrededor, lo único que conseguía hacerme levantar la cabeza era el ocasional parpadeo de la farola que alumbraba mi escritura. Aun rodeada de gente hacía tiempo que no tenía un momento tan íntimo, es lo bueno de la gran ciudad, que a todos nos acoge como una puta para recibir al siguiente al rato y no recordar al anterior; lo bueno del anonimato. Hasta permití que se me humedecieran los ojos, tenía mucho que dejar ir y ahí como el agua, se alejó de mí todo ello. Estuve ahí largo rato, hasta que la adrenalina de la carrera dejó de surtir efecto y empecé a ver a mi alrededor. Había alguna especie de feria del libro así que cambié los patines por las botas y ahí me fui, aunque más por curiosear que por comprar realmente algo.

Algo más tarde emprendía la vuelta a casa. Cuánta paz entre el gentío.

martes, 1 de noviembre de 2011

Noche "de tranquis"

Estoy de un humor considerablemente mejor hoy mientras pienso, con el café en la mano, en anoche. Ayer al final decidí dar una vuelta con David y Jon "de tranquis" y tomar algo. Llegué elegantemente tarde -¡toma de tu propia medicina David!- y tras vacilaciones varias sobre a dónde podíamos ir -normalmente estamos más y hay un plan fijo- David comentó que podríamos ir al irlandés con cara de poco convencimiento. Nos quedamos mirándole y él me miró con gesto críptico antes de añadir:

-Está tu ex.

Jon, en su ingenuidad, preguntó si se referían al último. Yo misma pude aclararle que no, que se refería a ÉL, al primero, a ése por el que tantos quebraderos ha visto este blog. Me di la vuelta e increpé a David, ¿qué más me daba? Me daba igual, me llevo bien con él. Somos colegas, sigo sin entender esa reticencia que tienen estos con este tema; creo que he sido suficientemente clara al decir que entre él y yo solo hay ahora algo de amistad y que me importa una gran mierda lo que haga en su tiempo libre.

Así que emprendimos la marcha y ahí que nos plantamos. Me hizo ilusión, pude ver a antiguos y antiguas compañeras que no veía desde hace tiempo, charlamos, bebimos un poco y en mi caso, fumé algún que otro cigarrillo a las puertas del garito en buena compañía.

Y es que si algo seguimos teniendo en común él y yo es la adicción a la nicotina. Y ahí estuve, entre piti y piti, explicándole los desvaríos de las generales en el nuevo puesto, de todo el trabajo que acumulábamos los dos, de la pijería, de la tontería y de todo pero de nada. Chachi piruleta. Fue divertido.

Aunque la mejor parte fue desde luego con Jon y David, planeando viajes por tierras desconocidas que quizás algún día se cumplan. Desde luego anoche fue una noche para soñar, sí, soñar despierta. Creo que quizás vaya recuperando esa sensación de independencia, a la par que el vacío del alma -en el estómago- se va llenando de sueños. Quién sabe, quizás esté en pleno proceso de vuelta al romanticismo de ensueño, esperemos que no, pero sea lo que sea parece ser que me llena.

lunes, 31 de octubre de 2011

Curado el cuerpo ahora se enferma el alma.

La monótona melodía de una canción cualquiera. Me tranquiliza mientras sostengo el café en mis manos. Hoy es un día extraño, especial quizás. Ni siquiera me he molestado en vestirme correctamente, un pantalón corto de pijama, y por no buscar un sujetador, una camiseta corta de licra con otra de algodón encima. Me siento a gusto, además hay mucho por lo que sonreír hoy.

Son las nueve de la mañana. Me he despertado sola, sin ningún horrible sonido de despertador. Delirante. Me encanta, es la prueba inequívoca de que estoy mucho mejor, casi curada. Eso y la canción, la de la monótona melodía. Porque soy una mentirosa y no es cualquiera. Es LA canción. La que llevo escuchando desde ayer, quizás por autocompadecerme como hace aquí todo hijo de vecino -solo que yo no era así. 

¿Qué ha pasado para llegar a esto? Ni idea. Solo sé que hace un día precioso fuera, y todos mis pensamientos debieran estar ahí. ¡Pero no lo están! Shit. Hace falta caer para llegar a donde se quiere, así que me lo tomaré así. Aunque hoy poco me consuela, al fin  y al cabo voy a pasar el día sola -porque tú quieres-.

Un compañero me había invitado a una fiesta de Halloween esta noche, no sé si iré. Si eso o preferiré regodearme de modo patético en mi soledad y blah blah blah. Debiera mostrar algo más de amor propio, ¿dónde está la mujer de sonrisa grande y caminar seguro? Se perdió y nos ha dejado a una niña de sustituta. Esperemos que no dure mucho la baja. Porque el catarro es malo, pero el alma enferma peor. 


domingo, 30 de octubre de 2011

Y todo se reduce a eso.

La noche de ayer fue algo más que extraña. Como todavía arrastraba el catarro de la pasada semana -con faringitis y cosas varias incluidas según la doctora- me vestí a capas, tipo Shrek y decidí salir con todos a celebrar el cumple de Saray con los chicos.

Karl, David, Aitor, Enzo, Jon... incluso luego vino Bucay -pero se fue pronto que se va de puente hoy con la novia- y nos encontramos con Jake. Plagada de altibajos, comencé la noche entre pastillas  -sigo mala- y cervezas.

Aitor preguntaba que me pasaba, que estaba silenciosa. No, silenciosa no, solo pensando. Karl también se quejó de mi falta de atención, que no era tal, pero bueno. La noche avanzaba, oír a Aitor, Karl y Jake improvisar es un gusto aunque acabé molesta con Aitor por un comentario sobre mi ex. Me río con David mientras vamos a orinar, es tan puro...

Aitor acaba por marcharse, como ya hizo Bucay, y nuestro grupo va disminuyendo. De ahí hacia la plaza, litros y litros de cerveza por medio. La verdad es que David hizo de repartidor de una manera asombrosa de buena. Karl y Enzo optan por irse, nosotros acabamos a la puerta de un garito.

El tiempo pasa, fluye, todo va bien, hay alcohol y tabaco. Entramos, pero está petado, consigo una cerveza y es lo único que hago, seguir bebiendo. Al final David, Saray y Jon se piran... nos quedamos Jake y yo, solos sin saber muy bien por qué. Yo me entretengo hablando con unos chavales que me pretenden narcotraficante valenciana, divertido, hablamos reímos. Y cuando me empiezan a agobiar simplemente menciono a mi "esposo", no sé cómo pero cuela y me dejan en paz. Jake por su parte habla con una chica. Pero nos acaban desalojando, y echamos a andar.

Un bocadillo y una estatua. Él con el primero y yo con la segunda, nos basta para maravillarnos a estas horas de la mañana. Empieza a hacer frío y seguimos andando, yo me dejo guiar al fin y al cabo no sé dónde estamos, así además de hablar me da tiempo a pensar sobre ciertas cosas. Llegamos al metro y cada uno por su lado. Pero soy imbécil, he bebido demasiado y yo qué sé qué más, la cuestión es que me acabo saltando mi parada. Así que vuelta para atrás y regreso a casa, con la luz de la mañana cegándome; para llegar y tras tantas charlas con tanta gente, darme cuenta de lo sola que me sentía.

domingo, 23 de octubre de 2011

Noche de viernes

El mundo está en franca decadencia. No hablo de la "pechonalidad" de las presentadoras en televisión - que por cierto, recientes estudios demuestran que son inversamente proporcionales a sus cerebros- ni del cambio climático -que ¿hola? ¿Calentamiento global? Que me lo cuenten a mí y a mi aguado verano-, ni siquiera de -como lo llamó un periódico estadounidense- la "berlusconización" que se da en este país de gente demasiado loca y gente demasiado cuerda. NO. No hablo de nada de eso; que podría pero es que prefiero hablar de mi misma y mi reino de gente extravagante, que yo al menos soy más original y quizás hasta tenga remedio. Viva mi narcisismo de enferma cínica en domingo soleado.

A ver, hablábamos de mí ¿no? Sí de mí, ah y de la decadencia de todo lo que no soy yo. En fin, esta historia tiene su espeluznante comienzo -aunque yo todavía no lo sabía- en un martes. Y es que este año los martes, día de más temprana entrada y mayor trabajo, se han convertido en el día odioso de la semana. Total, que iba yo tarde esa mañana; tanto que ni pude tomarme el café y me fui tal cual a la guerra. Con tan mala suerte que, por algún tipo de alineación planetaria o capricho del dios al que fastidiara en días anteriores, tuvo que venir a interrogarme la general de turno. Que me requerían de servicio el viernes a la noche. Mi adormecido cerebro solo logró conectar esas pocas palabras con discoteca, fiesta, nosotras, divertido. Y ¡pum! Mi boca, en clara desobediencia a mi cerebro, alma e instintos, aceptó. Creo que incluso sonreí, idiota de mí. En mi defensa alegaré que mis niveles de cafeína estaban por los suelos y mi cerebro fue incapaz de idear ninguna excusa que me librara de acompañarlas en esta tercera vez. Porque sí, era la tercera vez que me requerían y ya me había escaqueado las dos anteriores. En menos de lo que tardo en encender un cigarro, ya tenía hasta la entrada de la sala en mis manos.

Esa tarde, mientras andaba en mi cuarto intentando recuperarme de la traumática experiencia que había resultado el día, una de las generales decidió contactar conmigo "para concretar detalles". Já. Hay que admitir que me hizo sentir alagada, y es que por lo visto soy una de las pocas "vips" a las que les comentaron el evento, según me dijo -lo cual me hizo desear haber sido más borde con ellas hace unos meses, suerte que han tenido las otras-. Porque claro esas otras "no les caen bien". Como me aburría mucho le pregunté por los motivos. En palabras de la general "al trabajo se va a trabajar", y "es que ellas se creen que eso es una pasarela para lucir modelito y ligar con los compañeros" y eso no puede ser. Yo me reí educada -no tenía muy claro que se debía decir en estos casos- y ella aprovechó mi posterior silencio para empezar un ininterrumpido tiroteo contra los modelitos y ligoteos de las otras, porque como en el trabajo las tiene muy cerca está al tanto del todo.

No hace falta decir que yo a estas alturas ya me había perdido y pensaba: pero vamos a ver alma de cántaro ¿pero tú no decías que al trabajo ibas a trabajar? ¿Qué vas? ¿A trabajar o a cotillear?. Pero claro, aterrada ante la idea de dejar de ser una de las vips y pasar a ser una de las fusiladas estilísticamente decidí guardarme ese comentario.

Total, desde ahí mi mal humor fue en aumento según se iba acercando el viernes. Pero bueno, decidí ser optimista, que no positiva eh. Así que ahí me dirigí, vestida con minifalda, zapatos de tacón, una gota de maquillaje y litros de cinismo. Pero con una sonrisa eh. Habíamos quedado a las diez y media, con lo cual yo supuse que antes se haría una ronda de bares o beberíamos cual vagabundas -eso sí, vagabundas muy monas- en un parque cualquiera. Pero no, ¡que íbamos ya a la discoteca!

Ahí mis más profundos instintos se revelaron. Y es que vamos a ver, ni la sala podía estar abierta a esa hora! ¿Hola? A este paso quizás nos encontremos con mi hermano menor de edad dentro... Al final nos fuimos de bares. Yo pedí una heineken, y ellas "sin alcohol", una incluso cocacola. Porque es que cuando beben se desmadran mucho, me dijeron picaronas.

Admito que pasé un buen rato, bailamos en los bares y a mí no hay cosa que me guste más que bailar. Pero sobre las doce o así, les pareció que ya "se nos estaba haciendo tarde" -wtf?- y emprendimos el camino hacia la discoteca donde nos reuniríamos con más generales y gente vip. Y entramos. y a mí casi me dan ganas de salir corriendo. La sala estaba vacía, a excepción de:

1. La camarera en la barra.
2. El dj.
3. La azafata y el fotógrafo del photocall patrocinado por Licor 43.

Vamos, ¡vacía! Yo me fui derecha a la barra a por un vodka con limón, que me temblaban las piernas de ver tanto espacio ¡espacio incluso para caerme! ¡Tumbarme! ¡E incluso revolcarme por el suelo! Por dios, que se supone que en la palabra "discoteca" van implícitas las de "muchedumbre", "calor" y "apretujamiento". En fin, tras una hora, de la cual media pasamos escondidas en el baño por la vergüenza, empezó a llegar gente y eso se animó. No hace falta decir que me rompí a bailar con cada una de las canciones, me lo pasé realmente chachi bailando con las generales y demás gente vip. Pero hacia las dos o dos y media de la mañana los pies empezaban a dolerme y el baile regetonero empezaba a cansarme mucho, muchísimo. Así que como sabía que Bucay estaba Mikel, le whatsappee a este último para ver donde estaban y tras varias excusas, a falta de cafeína bueno es el alcohol para la imaginación, me fui de la discoteca después de varios abrazos colectivos con las generales.

Los ánimos por allá tampoco estaban muy altos. Bucay estaba atravesando un momento de melancolía en el que decidí a acompañarle. Fuera, sentados en unas escaleras, con el culo congelado y preguntándome la estúpida razón que me había llevado a ponerme tacones por millonésima vez, pasé el mejor rato de la noche hablando con mi amigo. De todo y de nada, nos comíamos el tiempo poco a poco, parando solo para ocasionales administraciones de nicotina.

Hasta que nos interrumpieron el resto de coleguillas de Bucay para apalancarse con nosotros. Podría decir, en afán por aumentar todavía más mi ego, que es que no pudieron resistirme a mis largas y preciosas piernas y tuvieron que arrastrarse hasta mí, pero lo cierto es que le llevaban chupando el culo toda la noche a Bucay y como mucho, lo único que tenían de mí eran celos. Aunque cierto es que Mikel, aun habiéndose pasado toda la semana dándome la chapa con una tal Sylvia, empezó a ponerse pesado y a invadir mi espacio, hasta que vio que yo pasaba de él e hizo lo propio. Gracias a dios. A las cuatro y media, Bucay y yo, cogíamos un taxi de vuelta a nuestro barrio. Una vez allí para seguir con la charla me acompañó hasta casa. Mis tacones, sus zapatillas. Los mecheros encendiendo unos últimos cigarrillos. Algún coche en la noche. Y las estrellas en el cielo mientras nosotros les hablábamos. Y solo por eso, valió la pena el catarro que hoy todavía arrastro.

jueves, 13 de octubre de 2011

Pintando.

Normalmente ningún jueves a las 9 de la mañana me dedicaría a escribir. Pero mi vecino ha decidido extender el uso del taladro no sólo a las mañanas de los domingos en los que tengo resaca, sino a los martes por la tarde que tengo que terminar trabajo desde casa y a los jueves por la mañana que puedo dormir.

Cuando ha empezado he pensado que podría ignorarlo pero nada, tras muchas vueltas me he levantado. Que conste que antes de servirme un café y sentarme delante de la pantalla he abierto el Código Civil con la intención de encontrar amparo en la ley y una excusa para romperle la cara. Pero oye, que no viene nada; te has librado por el momento cabrón.

Pero bueno quizás sea mejor así. Que parece que me estoy formalizando, femenizando y otros muchos -ndo´s, así que, ¡mejor! ¡no fuera a ser que se me rompiera una uña al utilizar los alicates para sacarle los ojos!

Ayer estuve recordando viejos tiempos con las chicas. Fue divertido. Hacía mucho que no teníamos un rato así, para simplemente ser nosotras. Además me vino bien, porque tal como había predicho, llegó la tormenta -familiar-.

Pero no nos entretendremos en tonterías, al fin y al cabo la vida es corta, pero sobre todo, muy rápida. Hoy es el típico día gris. Pero de ese cálido, no el que hace desear esconderse no, el gris que me hace querer bailar, sonreír por la calle y devolverle el color a cada baldosa del suelo. Por eso voy dando el cante. Continúo enferma, así que por hoy, prefiero dejarlo aquí. Me voy a pintar el mundo.

martes, 11 de octubre de 2011

Al futuro.

¿Conocéis esa sensación anterior a la tormenta? ¿Esa calma, esa tranquilidad artificial, ese clima apaciguado que no parece irradiar más que paz y felicidad? Yo sí, y muy bien.

Tan bien que he aprendido a ver las señales, a saber que la ausencia de nubes es en sí una señal, porque se está más tiempo abajo que arriba. O tal vez no, pero lo notamos más. La cuestión es que he desarrollado una sensibilidad especial para estas cosas.

Mientras que al principio me pillaban por sorpresa y no tenía más que conformarme y levantarme, pronto aprendí a visualizarlas en el horizonte y a temerlas. Son detalles imperceptibles a la razón, pero no al subconsciente. Ahora, ya he pasado esa fase. Ya no sólo las veo, sino que las preveo; como cuando te despiertas de repente un minuto antes de que el despertador te taladre los oídos. Y sobre todo, ya no las temo; porque no dejo que me hagan caer.

Ahora me calzo las katiuskas, me pongo el chubasquero y agarro el paraguas con fuerza. Si mantengo la cabeza lo suficientemente fría incluso me acuerdo de subir el volumen de la música para no oír siquiera los truenos. Así que ven, porque no me vas a derribar esta vez.

domingo, 9 de octubre de 2011

Delirios enfermizos

Ayer antes de ponerme irremediablemente enferma y aceptar que la fiesta tendría que esperar al siguiente sábado, estuve dando una vuelta con Bucay. Hablábamos de esos seres pequeños que la gente encarga -sin saber los costes adicionales- que no hacen más que hacérselo encima y berrear; bueno, Bucay los llamó hijos pero al final eso es lo menos importante. La cuestión es que cuando me despedí de él, camino a casa, estuve pensando en las familias, los extraterrestres, los niños y demás cosas extrañas del universo hasta que una turbadora conversación tuvo lugar entres las dos partes de mi cerebro:

-Estaría bien tener novio. Estaría requetebien.
-¡¿Para qué?!
-No sé, la gente parece feliz.

Tras esto la voz racional de mi cerebro tuvo que callarse y dejar que yo, árbitro suprema, cavilara sobre ello. Es verdad que parecen felices aunque quizás es en el "parecen" donde está la clave. Al fin y al cabo tener pareja es de lo más angustioso. Cuántas veces habré oído a la gente referirse a la otra persona como "mi mitad", "mi todo", etc. o decir "sin ti no soy nada", "sin ti me muero"... Joder tía, pues muérete ya y déjanos tranquilos. Aparte de la evidente cursilería que encierran estas chorradas, hace pensar que una persona está incompleta -mi mitad- o no es nada sin la otra! Pero ¿qué clase de amor propio es ese? Me dan escalofríos solo de pensarlo.

Sin embargo es verdad que parecen de lo más felices -y lo son, por experiencia propia. Ayer mismo echaba de menos eso. Alguien que me abrazara en la cama mientras me moría de frío y no hacía más que estornudar hubiera estado bien. Que me trajera chocolate caliente, me arropara, me diera mimos, me dijera cosas bonitas,... Sí, habría estado "requetebien".

Pero siendo sincera, es que yo soy muy pragmática. A ver qué hago con el tío de turno cuando vuelva a estar bien, y es que esto solo son delirios de la enfermedad -esperemos-.

jueves, 6 de octubre de 2011

Teléfonos de emergencia.

Si la semana tiene siete días la mía debe de tener catorce. O quizás sea la falta de horas de sueño para acabar, rematar y dejar requeteacabadísimo todo el trabajo que tengo últimamente. Qué se le va a hacer, cosas del perfeccionismo.Últimamente además tengo mucho compañero nuevo, nuevo sitio -mucho mejor, eso sí- y tareas nuevas; lo cual normalmente acabaría por destrozar mis nervios, pero no. Resulta que estoy de lo más happy del mundo, he visto gente a la que le ha tocado la lotería más triste que yo.

La cuestión es que lo normal sería que mi único deseo al terminar la jornada o la semana como mañana fuera quedarme con una camiseta zarrapastrosa viendo sexo en nueva york mientras como cereales, ¡pero no! Haciendo gala de los superpoderes femeninos de los que dispongo, todavía me da tiempo hasta para desear. Deseo ir de fiesta, deseo estar con las chicas, beber, fumar, bailar y reír, reír mucho. Y lo pienso hacer todo todo.

El problema comienza cuando lo que deseas no puedes tenerlo. Como ayer. Ayer simplemente tenía ganas de sexo, puro y duro -resulta increíble después de dos horas de gimnasio completas y una jornada de trabajo intensa- pero las tenía. La cuestión en principio parecía fácil de resolver. Estuve whatsappeándome con Karl, pero él estaba ocupado por la tarde así que pasé, aunque bromeé con tirar de agenda. Y ahí surgió, en caso de emergencia, ¿a quién llamar? Al fin y al cabo ayer sí, tenía ganas, pero no me tiraba de los pelos y como tenía trabajo para casa, lo dejé pasar. Cuando hay un incendio llamamos a los bomberos, te desmayas pues al médico y si te roba el bolso un kinki en la calle pues o corres detrás de él mientras le gritas o vas a la policía. Pero y en caso de emergencia sexual? Que yo sepa el gobierno no ha implantado -todavía- ningún número de tres cifras al que llamar, y digo tres cifras porque es probablemente el tiempo máximo que puedas perder marcando en estas ocasiones.

Ayer tenía números, podía, pero no sé si la pereza o que me apetecía que fuera karl, hizo que me prefiriera tomarme un té y hundir la cabeza entre papeles. Quizás sí, quizás el cansancio estaba pudiendo conmigo. Aun así, se lo planteo a los candidatos, votaré a quien lleve el teléfono de emergencias sexuales al 20-N. He dicho.

lunes, 19 de septiembre de 2011

¿Qué les pasa a los hombres?

Iba yo maldiciendo la lluvia, el viento, el frío, el mundo en general y el tiempo en particular, cuando decidí hacer un alto en el tema hombres y explayarme con una sesión de budú mental. Y es que ¿qué les pasa a los hombres?

Tras unas semanas de hastío total, surge el evento que tanto estaba esperando: un concierto de Bucay. Si a eso le añades de compañía a Aitor, Karl y David el plan parece redondo. E imagina por un momento que no sólo va a haber concierto, sino fiesta, ambiente y alcohol. Oh sí, litros y litros de alcohol (hola vodka, me echabas de menos?), perfecto ¿verdad? Pues remátalo con que tras meses y meses de coqueteo ocasional e inconstante, el fin de semana pasado coincidí con Mikel. Y aunque todo estaba en el aire, ya nos hemos ocupado de convertirlo en humo. Más visible, menos abstracto. Sé que le gusto y va a estar el viernes que viene. Así que remata la fiesta con un rato de mimos.

Era el plan perfecto, hasta que dejó de serlo. Y es que, ¿qué les pasa a los hombres? Por lo visto Mikel es amigo de unos conocidos de mi ex, tíos que no tardaron en contarle nuestra historia. En principio, a mí ¡plin! Pero la risa se me tuvo que escapar cuando Mikel me dejó caer que en cierta manera eso lo había hecho sentir un segundón... ¿segundón? Ja-ja. Chaval segundo si comienzas la lista por detrás seguramente no mucho más tiempo después del convierto de este viernes que viene, que tienes a unos cuántos MÁS delante (justo en concordancia con el post anterior, mira tú por dónde).

¿Cómo es posible? Y yo que pensaba que el mito de la princesa y casta doncella había acabado... Es que acaso quedan chicas así, y si quedan, la pregunta sería ¿por qué? Y más aún ¿qué es esto? Hipocresía en su máximo exponente, ni que ellos hubieran hecho voto de castidad. Es más, ahora que lo pienso, lo más probable es que su lista doble o triplique la mía.

Pero al final Mikel se salió por la tangente y dijo que a él le daba igual que hubiera estado con mi ex. Sin embargo sus palabras me inquietaban y tuve un presentimiento, así que lo interrogué.

Si con el drama del segundón me había entrado la risa, en ese momento me dieron ganas de echar a correr; y es que insinuó que quizás él podría querer algo más. Soy mujer práctica y Mikel me cae muy bien, así que con palabras claras, de forma lenta y con repetición de conceptos (lenguaje masculino) le expliqué que yo no quería ahora una relación, que no estaba preparada; y que el tendría que decidir si creía que eso podía influirle o prefería alejarse para no arriesgarse.

Al final, como ya imaginaba, han podido más sus ganas que sus previsiones y se contenta con decirme que tiene ganas de verme el viernes. A mí, tras tanta tragicomedia, lo que me apetece es una copa. Luego ya decidiremos si se acompaña de algo o no.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Cifras y cruces

Ayer hablaba con un amigo y salió el tema de cuántos chicos habían pasado por mi vida. Abrí la boca para contestar convencida, pero tuve que cerrarla de nuevo. No lo recordaba. Me acordaba del primero, de los del último año y para de contar. Pasé la noche intentando recordarlos a todos pero al final decidí abandonar la tarea y concentrarme en un magnífico libro que no pude terminar por exceso de sueño.

Sin embargo, esta mañana sentada en mi sillón negro, con los pies encima de la mesa, un café en una mano y un lápiz en la otra, me he concentrado delante de un papel en blanco. Primero los importantes, ésos que vienen a mi boca tan rápido que parece que nunca abandonaron mi vida -y quizás no lo hayan hecho-. Algunos del principio, otros del final, y luego he ido rellenando huecos.

Al terminar los he contado. No voy a decir la cifra, aunque me ha sorprendido que fueran tantos. De la mitad ni me acordaba, quizás porque fueron amores perfectos, de ésos que duran desde el atardecer de un viernes al amanecer del sábado y nunca vuelves a verlos -¡ni falta que hace!- que precisamente son perfectos porque no dio tiempo a que se fastidiaran. De algunos de ellos no recuerdo ni el nombre -o quizás ni siquiera lo supe en su momento- pero puedo recordar el brillo de sus ojos mientras me acariciaban la cara, o la forma encantadora de decir mi nombre. Otros son de no recordar, errores de los que luego te ríes con tus amigas en una cafetería cualquiera. Hay alguno que otro que todavía hacen que me recorra un escalofrío la columna y me muerda el labio soñadora, está claro que todavía vamos a cruzarnos alguna que otra vez. Y por último está el que parece haber colonizado cada una de tus células, ése que quizás por ser el primero, o por reincidencia sistemática, acapara tantos recuerdos en tu mente; el que provocaba vuelcos en la tripa, tembleque de piernas, sonrisa de boba y lágrimas varias; aquel que hizo que te hizo madurar y al que hoy, después de tanto tiempo, recuerdas con cariño y le deseas lo mejor.

Al final, se lo deseas a todos. Tanto los que se fueron, como los que no. Los que permanecieron como amigos o se convirtieron en ocasionales. Los que apenas recuerdas su nombre o de los que intuyes cada uno de sus pensamientos. Porque si lo pienso bien, en parte -menor o mayor- gracias a ellos -tanto por lo bueno como por lo malo- soy la que hoy soy y por lo que tan orgullosa estoy. Merci.

sábado, 27 de agosto de 2011

Cambié el "felices para siempre" por el cinismo y mi teclado

Hoy pensaba en el amor. En realidad pensaba más bien en qué ponerme esta noche porque ese otro tema llevo esquivándolo prácticamente todo el verano. Hablando con un par de amigas ayer me di cuenta de que hay gente que es feliz estando enamorada ¡es increíble! ¿Yo también lo era antes?

Quiero decir, la vez que estuve enamorada, enamorada de verdad, estuvo marcada por la más absoluta falta de cordura y una ingente cantidad de puñales, esquivas, lloros, inseguridades y al final, más que nada, cosas negativas. Cosas sin embargo que nos hacían funcionar y ser tan felices como cantidad de enfados teníamos. No había ostentosos "te quiero"-s ni halagos, más bien pullas y bromas de doble sentido que nos hacían enervarnos para acabar con un beso. Miradas sí, pero no de ternura, solo de esas a las que seguían una sonrisa torcida y una risa por lo bajo con la ceja levantada. Pero nos entendíamos, funcionábamos.

Sin embargo, pasada página y con ganas de volver a sentir ese vuelco en el corazón y ese temblor de piernas, me encuentro con que soy incapaz de sentirlo, o al menos del modo en el que lo hace la gente normal. La mayoría de las mujeres sueñan con un hombre que las agarre de la mano, las presente a sus amigos, se preocupen por ellas, les digan que están preciosas nada más levantarse y las quieran por encima de todas las cosas. Y voy yo y lo encuentro, una y otra vez. A Karl el último. Debiera ser feliz, debiera querer estar así, comprometerme un poco, y sin embargo huyo como alma que lleva el diablo.

Quizás sea simplemente que hay personas que están hechas para vivir enamoradas, o más bien para que las traten como princesas. Y otras vagamos perdidas por el mundo entre lo que nuestro instinto nos dice y lo que la sociedad nos marca. Siempre en eterno conflicto y nunca contentas. Quién sabe, o quizás simplemente soy una loca.

Sea lo que sea, no importa. Es así y no puedo cambiarlo. Lo único que puedo hacer es tratar de no herir a nadie más, al fin y al cabo, chicas; últimamente he conocido muchos príncipes y me he portado con ellos como la malvada madrastra del cuento. Me gustaría saber... si no es como madrastra, ni como príncipe o princesa,... ¿qué papel tengo yo en este cuento?

sábado, 25 de junio de 2011

Primer fin de semana de fiesta: S.O.S. y demás fórmulas de emergencia

Este último año estuve en un especie de... ¿cursillo? sí, podríamos llamarlo así, pues eso, estuve en un cursillo para perfeccionar mis ilimitados y geniales conocimientos. La cuestión es que tantas horas semanales, cuando no me lo saltaba porque me aburría bastante -qué queréis que le haga-, hacen que acabes relacionándote con el resto de integrantes. Entre ellos encontré a un forofo del libro IT de Stephen King, que yo misma adoro. No faltaría decir que congeniamos enseguida, era una bonita amistad de cursillo, y solo amistad, porque así a bote pronto calculo que me saca entre diez y 17 años, y aunque tenía barbita y era un encanto yo no tenía mayor interés en él que en el maldito cursillo.

Bien, y qué; diréis. Pues nada, antes de ayer mis chicas y yo iniciamos nuestra marcha a las fiestas de un barrio perdido pero con mucho encanto, tras una sustanciosa cena y grandes cantidades de alcohol. Como dato, solo diré que llegó un momento en el que la cerveza y el vodka me sabían más bien parecidas. Pues estábamos nosotras mezclándonos entre los agraciados por nuestra presencia, desfasando y bailando como si no hubiera mañana, y bebiendo como si intentáramos acabar con la producción rusa de vodka, cuando de repente topé con mi compañero del cursillo forofo de IT.

Lo típico, charla amistosa de qué es de tu vida -mientras yo pensaba a ti qué hostias te importa, pensamiento que me callé porque soy toda una señorita-, qué mona que estás -bueno esto empieza a acojonarme y es que si te has dado cuenta ahora es que tienes problemas de visión- y demases. Cuando el contacto corporal fue a más mis alarmas saltaron, pero como era un tipo majo y todo eso pues no saqué mi instinto homicida a relucir.

A los cinco minutos me metió boca. Me aparté, me escaqueé como pude con promesas vagas de "después del concierto ya nos vemos que yo ahora voy a bailar y tal..." y huí en pos de mis chicas. Las puse rápidamente al corriente de lo ocurrido como buena reportera de guerra que soy, eso sí, restándole importancia -al fin y al cabo el tío era muy majo- y riéndome pensando en lo gracioso de la anécdota.

Todo habría super "funny" sino fuera porque el tío no dejaba de rondarme cuál buitre a un animal moribundo. Agg desde luego mi paciencia ya sí que empezaba a estar moribunda, pero por educación y porque cualquier persona que ame IT merece un poquito de margen, no le di importancia y seguí a lo mío.

Bailando, bailando y bailando. Y de vez en cuando, de reojo, lo veía cerca de mí, demasiado cerca como para ser simple coincidencia. Como a mí hacer paracaidismo sin paracaídas no me gusta demasiado, reuní las chicas y pedí que, en caso extremo, pusieran en marcha el protocolo de emergencia salvar-a-tu-amiga-de-las-garras-de-un-tío-y-que-siga-la-fiesta.

El plan era sencillo, si el tío se me acercaba demasiado o me agarraba o lo que fuera, sin darle tiempo a nada ellas intervendrían. El plan fue todo un éxito, depende por donde se mire. Cuando el tío pasó de "rarito que no deja de mirar" a acosador sexual y no dejaba de venir e intentar abordarme, sin saber yo muy bien por dónde, de repente aparecía un mano que tiraba de mí en dirección contraria y me sacaba del atolladero. Cuando ya me empecé a cabrear con el plasta de turno, las chicas ya ni cortas ni perezosas simplemente se metían en medio y me arrastraban hasta formar una zona segura a mi alrededor. Dios como las quiero.

Risas, muchas risas. El tío confuso -parece ser que el alcohol no dejó supervivientes entre su ejército neuronal- no entendía nada, y el resto de gente miraba divertida la escena entendiéndola de sobra. Póbrecillo, casi me dio hasta pena. Pero es lo que tiene pasearse sudando feromonas y arrimándose a quien te ha dicho que te des la vuelta para no volver. De lo malo, lo mejor: nos reímos mucho, bailamos todavía más y nos sabemos un bloque inquebrantable contra sobones. Girls rocks y punto.


miércoles, 22 de junio de 2011

Obviamente, esto era imprescindible


Debiera pedir disculpas, pero tardaría demasiado tiempo y es que mira que Karl tiene paciencia conmigo ¡indescriptible! Hace ya mucho tiempo que dibujó algo para mí y que yo prometí que subiría, como se suele decir: más vale tarde que nunca.

Hay muchas formas de valorar un regalo, una cosa cualquiera. La gente suele hacerlo por su valor monetario, marca,... yo lo hago por la persona que me lo ha regalado, esto es lo más grande que me podías regalar. Tan grande como tú, Karl.

I´m back

Después de ruegos y súplicas y lamentos y recriminaciones y el-de-arriba sabe qué más por fin me digno a actualizar esto. Han sido un mes y pico de mucho trabajo, estrés y todo ese rollo. Pero se puede decir que también ha sido un éxito en lo profesional.

Por el lado sentimental, el panorama es bastante desolador, ninguno de mis informador@s me trae noticias frescas sobre nadie, parece que más que enamorar el verano nos ha dejado sudando y exhaustos. De todas formas siempre hay algo y esta vez corresponde a Ela.

Sí, Ela. La de la vida amorosa desastrosa, la del currículum que ni si los eligiera en una cárcel de máxima seguridad, esa misma. ¿Recordáis a Blink? ¿Relación de tres? Algo ya nos va sonando ¿no?

Pues eso, que las vueltas que da la vida. Blink ha pasado de ser el cabrón que destrozó a Ela a ser "su chico". Qué monos, tan monos que son empalagosos. Pero oye, me pongo en pie, les aplaudo y hasta les hago una reverencia, se les ve felices. Va a ser cierto eso de que el amor atonta, pero bueno, la tontería se lleva mejor entre dos. Y ahí andan.

La cosa empezó ya hace tiempo, quizás por... ¿mayo? Sí, ¿qué pasa? En mi percepción eso es mucho tiempo. Total, que como gurú de todos estos rollos y buenísima amiga que soy, le advertí a Ela desde el principio que anduviera con pies de plomo, que ya se la había jugado un par de veces y a mí ya no me quedan clinex. Al fin y al cabo todas teníamos miedo, la cabra siempre tira al monte ¿no? Pero mira tú por donde, va a resultar que sí que hay quien se reforma y este lo ha hecho.

Ha pasado de cabra a corderito domesticado, ¡y mejor! Para Ela ha sido como un verde, se pasa el día sonriendo y ni ella sabe por qué, pone voz de niña pequeña cuando se queja de él y se caracteriza por esa languidez de movimientos tan monina. Vamos que solo les falta hablar por móvil (cosa que hacen, para mi gusto, demasiado) y terminar con un: cuelga tú.

Sinceramente, desde las ganas de repartir alegría, amor y todas esas cosas que suelo repartir yo, espero que el momento de colgarse el uno al otro nunca llegue, porque hacía tiempo que nunca la veía tan feliz. Y sí, se lo merece.

jueves, 5 de mayo de 2011

Hoy, acepto

Pongamos que existo. Pongamos que además de existir, vivo. Arriesguémonos un poco más y supongamos que, encima, siento y padezco. Entonces es fácil suponer, que tal como soy, a estas alturas de la primavera, el hastío empieza a hacer mella y la rutina va acortando camino entre ella y yo.

Pero ¿sabes qué? Que no me apetece seguir rehuyéndole, simplemente voy a dejar que todo fluya. Lo siento, me he quitado las deportivas y ya no quiero correr este sprint. Me he puesto unos tacones y pienso matarme a bailar tangos y bulerías con mi hastío. Que me agarre de la cintura y me haga girar, una y otra vez. Con mano firme, con control, sin desviaciones. Me invitará a una copa y saborearé el dulce néctar de la rutina, para emborracharme de costumbre y olvidar que somos nuevos. Noches de pasión con lo conocido, para que me proteja cuando la novedad me agreda.

Y es que se aproximan semanas de duro trabajo, así que... si no puedes derrotarlo, únete a él. Tienes la puerta abierta, entra y cierra con llave.

lunes, 2 de mayo de 2011

Primero fuego, y después nada.

Mientras mi cuerpo se debilita día a día parece que mi mente es más libre a cada minuto. Como el papel al arrugarse, mi pecho cruje con cada bocanada de aire que cojo; convulsiono entera desde el mismo centro con cada tosido.

Me reclino en la silla y acaricio con la mano izquierda mi cuello. Intento concentrarme en la sensación de cosquilleo que me produce siempre cualquier roce debajo de la mandíbula, pero no hay manera. Siento la fricción, pero no hay emoción. Como sospechaba, vacía. De vuelta al hastío.

No sé si me alegra o entristece. Bah, o simplemente me da igual. Quién sabe, quizás sea mejor así. Porque al final, como dice Bucay, ese mundo me es ajeno. Así que quizás sea mejor ni pisarlo. Y es que quien no sabe la ruta, pisa donde no debe y cuando menos te lo esperas... ¡pum! Primero fuego, y después nada.

lunes, 18 de abril de 2011

Saúl: el retorno

Y llegó el temido momento, el temible Saúl retorna. Pero en serio ¿este hombre no se cansa de que lo rechace?

Ya no sé cómo decírselo, si se lo he dicho de todas las maneras posibles. Que sí, alma de cántaro, que estás muy bueno, que el pelo como te lo has dejado me provoca prácticamente un orgasmo y que tu barbita la quiero yo a mi lado haciéndome cosquillas en la cama cuando me levante.

Pero que todo es fachada, que al igual que no vale de nada tener unos Jimmy Cho si luego vas a estropearlos con unos pantalones horrorosos, de nada me vale que estés para mojar pan y dejar sin agua y leche a toda la nación, si luego no funcionamos. O si no me pones, dicho claramente.

Pues por lo visto no sé si es que quiere reafirmar su hombría, tiene ansias de superación personal o que simplemente se muere por echarme un polvo ya que se quedó con las ganas la última vez, pero no acaba de captar que si no me gusta el zumo de melocotón no voy al súper y lo compro. Pues nada, él insiste, por eso que no quede.

Ni los testigos de Jehová me han dado nunca tanto la chapa. En serio, Saúl, que no me gusta el zumo de melocotón, a ver si te entra en la cabeza.

Hastío, perros y princesitas de la familia de los vulpes

Y llega el lunes. Y con él y la falta de trabajo, la hora de sopesar el finde. Empezó bien, para qué negarlo. Al final el viernes me fui con Jake de bares. Me gusta como piensa, como discurre, si no fuera por su tono condescendiente de yo-es-que-soy-mayor-que-tú, sería perfecto. De los bares pasamos a la calle, litrona en mano y las estrellas como única luz. La noche avanza y discutimos sobre todo y sobre nada. La vida, yo, tú, todos, nadie... Escucho música, le escucho a él. Dios, cómo me gusta su voz.

Bromeamos, dice que soy brusca. Y yo le digo que él prepotente. Aun así, lo pasamos bien. No hay prisa, no hay normas, somos extraños que se están conociendo. Y que aun así, parecen ya conocerse.

Y de repente la atmósfera cambia a la par que el reloj avanza. Me bromea con besarme, y analizamos ese beso. Ese posible beso, ese improbable beso le digo yo. Me pasa el brazo por los hombros y lo intenta, me río y me echo para atrás. Jugamos, pero yo estoy hastiada de hombres.

Sin embargo, su voz. Y me pica la curiosidad, por qué tendría que ser malo. Un beso, un solo beso Jake, además me tengo que ir ya. Así que le rozo, pero él no se conforma. Me agarra y me sostiene cerca. Sin hacerme daño, pero sin dejar que me escape. Y entonces, me besa. Algo en mi cerebro hace clik, y todo fluye. Hay química, hay física. Nos dejamos llevar, ya no es un beso, ya son mis brazos en tu cintura, los tuyos en la mía y yo encima tuyo sin querer me que sueltes.

Pero lo paro, no tengo ganas de hombres ¿o sí? Yo qué sé. En cualquier caso, me tengo que ir ya. Él insiste, su móvil suena, lo ignora y yo intento hacer lo propio con él. Pero no es tan sencillo. Al final nos vamos, seguimos bromeando. Analizando, distanciados pero unidos. Extraña sensación.

Sábado por la mañana y me llama. Pero yo tengo hambre, y estoy cansada. No estoy para hombres. Y salgo de fiesta, me emborracho. Llego al punto de encuentro con Elisa, pero se me echan para atrás. Menudo chasco. Me he quedado sin fiesta, así que llamo a Bucay pero anda perdido. Salgo del metro, me fumo un piti. Pregunto a un chico si sabe de algún taxi y acaba llevándome él de vuelta a casa. Las chicas me esperan ahí, me río, y bromeo. No ha sido una mala noche.

Y llega el domingo, y toca madrugar. Me esperan compromisos sociales. Lo paso bien, bebo, como, veo a gente que hacía tiempo que no veía. Mery a mi lado, nos divertimos... hasta que dejamos de hacerlo. Y es que Josua invade mi espacio personal... ¡con lo que odio que la gente haga eso! Y me baila cerca, demasiado cerca. Me invita a cerveza y me acompaña hasta afuera cuando quiero fumar. Y acaba besándome. No hay química, y le rehuyo. No quiero nada.

Sin embargo es algo que a Mery parece repatearle, ¿por qué a mí y no a ella? Yo qué sé. Acostumbrada a ser la princesita del castillo, le repatea que Josua lo haya intentado conmigo, ni siquiera le consuela el hecho de que yo no quiera nada. Pues no me da la gana, no quiero peleas de gatas. Que estoy por encima de eso, no me van los espectáculos y menos despeinarme por cualquiera. Pero tarde o temprano sé que llegará la tormenta. Porque la mujer no es que seamos malas, es que somos la perfección de la crueldad y la malicia. Y ay, esto no quedará así. Pero bueno, a mí solo me queda escudarme en mi sonrisa y seguir viviendo. Quiero mucho a Mery, pero sé que no estamos bien y es por esto, pero va lista si cree que voy a cerrarme y dejar todo de lado para que ella se sienta a gusto mientras sus perritos le besas sus pies. Cariño, que a mí no me van las babas de perro, que te los puedes quedar todos para ti. A ver si ahora encima voy a ser yo, y no las zorras, la que tenga que esconderse ¡lo que me faltaba!

Mientras, solo me queda descubrir el por qué de este hastío, el por qué de que pocos consigan hacer que vibre aunque sea una sola fibra de mi cuerpo.

domingo, 17 de abril de 2011

Brillante, sin dobleces

Paso el ticket y entro al metro. Mi móvil suena, un número desconocido. Suspiro, sé quién es y sé que me la va a liar como siempre. No me equivoco, Bucay al habla. No sé si es que fue muy persuasivo o yo todavía tenía algo de ganas de fiesta, la cuestión es que como siempre me acabó convenciendo. Me despedí de las chicas y tiré de nuevo para el centro. Allí estaba, en el banco con una litrona mientras yo le miraba severa. Me presentó dos chicos, a los que automáticamente les prohibió siquiera tocarme. Una de sus manías esa de espantarme el género masculino. Pero le miro con cariño, cuánto lo quiero.

Le recuerdo su promesa, habíamos quedado con Karl. Y allá vamos, en la noche, los dos hacia el centro, calles viejas con historia, recónditas esquinas de momentos pasados y posibles futuros. Nos espera a la salida del metro Karl, sonríe, sonreímos.

La noche es joven y toda nuestra. Andamos por calles empedradas hasta llegar a su grupo. Presentaciones varias y anécdotas sexuales por parte de Bucay. Se le va... ¡y mucho! Torbellino de risas, de caladas, de preguntas curiosas.

En el barullo de la calle secuestramos a un hombre con guitarra. Y cantan, y yo río. Calles arriba, calles abajo ¡hasta me beso con Karl! Un beso dulce, sincero, sensible. Debiera encantarme, pero soy atravesada de cojones.

Karl y Bucay me abandonan dejándome a mi suerte con las chicas. ¡Con las chicas! Su charla me agobia, demasiada hormona acumulada y huyo a donde ellos solo para oírles cantar, solo para oírles vivir.

Las horas pasan como los cigarrillos por mis manos, y morfeo me llama a sus brazos. Y al final, algunos antes que otros, Bucay como siempre se queda (para armarla un poquito más), partimos. Contentos, contentos de una noche simple, sincera, brillante.

miércoles, 6 de abril de 2011

Mañana con ellas, tarde con Bucay, noche con Karl

Hemos sobrepasado los treinta grados... En serio, yo ya no sé ni cómo vestirme. O me congelo de frío o acabo al borde de una lipotimia. Aunque prefiero este calor. Respirar el aire caliente por la nariz, sentir la suave brisa fresca, olvidarme la chaqueta y no necesitarla. Fumarme el piti sin tiritar ni necesidad de sentir miedo por si acabo metiéndomelo por un ojo del tembleque. Charlar con ellas, con ellos, y que nuestras risas se eleven como notas de colores hacia el despejado cielo azul. Desde luego, adoro estos días.

Ha sido una mañana relajada, sin mucho trabajo y muchas charlas femeninas de esas que aunque no suelen interesarme demasiado, me gustan porque las tengo con ellas.

Por la tarde para salir de la monotonía y aburrimiento me he pirado a dar una vuelta con Bucay, como siempre buena charla y pitillos al aire libre. Agradezcamos al señor majo del parque que me ha regalado un mechero, porque yo ya estaba por desatar el estado de alarma viendo que el mío había muerto. Pero mira tú por donde, resulta que todavía queda gente maja en este mundo.

Nos pilla el crepúsculo y volvemos a nuestros quehaceres. Karl online, y me río. Consigue que no me aburra, ya sea política, filosofía o simple charla banal y matutina, sonrío y nadie me quita eso.

Definitivamente, hoy es un buen día.

martes, 5 de abril de 2011

No dejan de sorprenderme

Ayer hablé con Saúl. Sigue tan prepotente, narcisista y jodidamente bueno como siempre. La única diferencia parece ser que su única neurona salvable ha decidido mudarse a sus cojones con el resto, lo cual echa para atrás por mucho que se haya rapado y dejado barba exactamente como a mí me gusta. No es que eche para atrás, es que si estuviera al borde de un precipicio y él se me estuviera acercando, preferiría caer tipo mártir antes que colgarme de su brazo.

Y es que ¿qué hostias les pasa a los hombres últimamente? Lo de éste se veía venir, tanta paja y tanto rollo, al final tiene que haber expulsado su cerebro entre tanto semen. Pero bueno, me entretengo mareándolo un rato y me divierte. Al fin y al cabo no puede ser maltrato psicológico, no si no presenta vida cerebral...

Luego está Bucay. Que en un alarde de... ¿de qué? ¿Orgullo? ¿Dignidad? Bah, como decía Becquer, necesitaríamos un diccionario para diferenciarlos. Pues eso, que en un alarde de lo que sea, ha decidido que mi ex no merece su palabra ni atención ya que, diciéndolo delicadamente, se está comportando como un completo imbécil. A mí, plin... en cierto sentido. Que mis ex sean imbéciles tampoco viene a ser una novedad, la novedad es que yo no lo crea. Porque por mucho que se esté elevando como maestro de nivel 120 de la estupidez, Bucay y él siempre se han llevado bien y esas broncas que se traen me parecen, como poco, absurdas.

Demasiada testosterona acumulada. Aun así, no pierdo la fe. Hoy Karl y David se han ocupado de mantenérmela. Y mira que hoy la más mínima palabra me hacía saltar gruñendo de mi silla por eso de que de vez en cuando las hormonas me poseen y me doblo con dolores que ni el mártir mas devoto querría.

Pero a lo que iba, han conseguido hasta hacerme reír. Karl hasta se ha animado a dibujar. Él también canta nanas de roces de papel, y también plasma cuentos coloreados en hojas cuadriculadas. Espero poder subirlo pronto, si el vago de él se digna a traérmelo mañana, sacaré un rato para colgarlo. También espero el de David, que prometió pero ya se verá.

No si por lo visto, o "atestosteronados" o vagos, resultará que al final he encontrado otra manera de clasificar a los hombres.

jueves, 31 de marzo de 2011

Bucay se expande

Sí, sí, tal cual. Ya no se limita al arrullo del boli contra el papel, las letras y palabras no son suficiente para sacarlo todo fuera. Ahora, acaricia el cuaderno con la fina punta gris del lapiz. Plasma un mundo de colores en un solo color, y sin embargo, sus trazos expresan desde el rojo más truculento hasta el azul más celestial. Nonsenses maybe, but I understand myself.



Me ha prometido un retoque, aunque yo lo crea innecesario. Se verá mejor, pero al final, lo siento y es que, el verdadero disfrute es tener el auténtico.

martes, 29 de marzo de 2011

Desde el desastre del domingo al martes sin cordura

Qué pasa. A quién le importa. Preguntas vanas lanzadas al cielo, al aire, al viento de las noches solo alumbrada por parpadeantes farolas. Recojo respuestas de lo que no he preguntado, y mis preguntas se desvanecen en la nada, en la niebla del alma.

Me duele la cabeza, me duele y eso me revela que sigo viva. El insomnio no me da tregua. Y no puedo llorar. Las lágrimas se niegan a salir, quizás Bucay tenga razón. Quizás sea un día, pero desde el desastroso domingo no ha habido tregua. No ha habido notas de colores, no ha habido nada.

No siento amor, no siento odio. Todo me es indiferente, nada me importa. Hago todo como una autómata, sin pararme siquiera a pensarlo. Hago mis quehaceres, cubro mis necesidades físicas, pero no siento. No siento nada y voy sin rumbo.

Quizás mañana luzca el sol, quizás mañana encuentre el timón, encuentre respuestas. Pero no sé si mañana llegaré cuerda para poder entenderlas.

domingo, 27 de marzo de 2011

Desde mi primer lío lésbico hasta el desastre del domingo

Hoy es uno de esos días en los que me apetece llorar. No entiendo, o no sé manejar, lo que pasa a mi alrededor. Siento a todo el mundo lejos. Me siento diferente. Y quizás lo sea.

He tenido mi primer lío lésbico. Fue extraño como poco. Diferente, en gran medida. Algo inexplicable, labios femeninos y alcohol. Aunque no sea lesbiana, ni siquiera bisexual (que yo sepa), no me arrepiento. Y es que fue divertido, el morbo de lo diferente, de la aventura. Algo que muchos y muchas se niegan a si mismos por prejuicios y demases. El sábado tuve una charla increíblemente larga con Bucay, que me dio muchísimo que pensar.

Ahí todavía la cosa estaba bien, iba bien. Quizás fue cuando me sentí aislada de las chicas, quizás cuando el trabajo empezó a llegarme al cuello y el estrés me comía. Quizás fue entonces, quizás es solo que hoy es domingo. Quizás mañana todo esté bien. O quizás no, lo más terrible es que me da igual.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Y sentí que el mundo se tambaleaba bajo mis pies.

Pensé que quizás fuera un terremoto, un tsunami, algún desastre de tipo medio... pero nunca se me ocurrió que pudiera ser nada como esto. El drama comenzó con una Ela ausente e indiferente a mí (that really hurts...), siguió con una familia descompuesta, unas chicas dispersas y un chico bipolar, para terminar con Bucay hundido.

Juro que intenté salvar a cada uno de ellos, que intenté descubrir los monstruos que los atormentaban. Que escudo y espada en mano, atravesé los mil y uno peligros de sus mentes para encontrarme que no tenía con quien luchar, que o los monstruos eran imposibles... o el monstruo era yo.

Sentir a Bucay prisionero del dragón de la tristeza me ha hecho levantarme y dejar a un lado las lágrimas. No sé qué malvado brujo o malvada hechicera es la que dirige al temible dragón, pero tendré que descubrirlo.

Al fin y al cabo el dragón no es tan malo. Es él o la que se esconde detrás. Tendré que esquivar bolas de fuego e intentar no quemarme el culo. Sortear sus garras sin despeinarme y conseguir encadenarlo. Después tendré que acercarme y acariciarlo, los dragones también tienen sentimientos ¿vale?, y así conseguir que el dragón de la tristeza de Bucay deje que los malvados motivos que lo afligen queden a la vista.

Y será entonces, cuando necesitaré toda la ayuda del mundo. Porque hoy por hoy, yo y mi espada solas no somos lo suficientemente fuertes para la batalla. Quien sabe, quizás mi destino sea el de una mártir, si es así, que caiga en viernes (para alargar los puentes más que nada). Allá vamos, una, dos y tres...

miércoles, 16 de marzo de 2011

Vivir sin resignarme a solo existir

Porque hay dos clases de personas. Las que se limitan a existir y las que viven, las que viven de verdad. Las que disfrutan y sufren cada segundo de su vida, a las que lo desconocido les da miedo por supuesto, pero eso no les impide intentarlo, las que por vivir extremos saben lo que espera a cada lado, las que piden paz para el mundo y guerra para ellas, las que viven un día diferente a diario y no una rutina, las que ríen sin motivo y le lloran a recuerdos, las que sonríen, aman, odian, besan, hacen el amor, las que de verdad, de verdad, viven y no solo existen.

Uno, dos, tres y cuatro

Y que luego me digan que no me estrese. Es el mundo el que me quiere estresada, pero un paso por delante, con mi té, mi café, el cigarrillo y la canción que me apetece bailar... le pueden dar al mundo.

Nada puede ser tan real, nada más que eso. Que yo y que yo estoy aquí, que mañana quizás no, pero que hoy, mientras llueva, bailaré bajo la lluvia.

sábado, 12 de marzo de 2011

Oh nana...

Son casi las once de la mañana. Y me tomo mi café delante de mi amado teclado. Suena Rihanna con su "whats my name?" y desafino mientras la canto.

Estoy tranquila, porque me espera un día largo. Muy largo uff. Último sábado de carnaval y yo todavía tengo que comprar veintemil cosas para esta noche.

Pero me lo tomo con calma. Con un café y el sol entrando por la ventana, el mundo se ve de otro color. Y me gusta.

Juego con la barra de labios entre mis dedos y dibujo un corazón en mi muñeca. ¡Dios cuánto me quiero!

viernes, 11 de marzo de 2011

¿Y qué es lo que hemos aprendido hoy?

Hoy, ladies and gentlemen, va una lección que me han enseñado Rafa y Richi:
Hablaban sobre relaciones y gracias a ellos me he dado cuenta de una cosa que me sorprende no haber aprendido antes.

¿Por qué nos ilusionamos pensando que una relación va a ser para siempre si en el fondo de nuestra alma sabemos que puede ser que eso cambie mañana mismo?

Hoy he aprendido que hay relaciones, como esta última, que aunque compartan amor, AMOR con mayúsculas, tienen fecha de caducidad y están destinadas a acabar en una simple amistad. Son divertidas, bonitas y se acaban.

Hay otras, sin embargo, que como un huracán te destruyen entera y te hacen revivir para amar de nuevo, otra vez, de otra manera. Plagadas de malos momentos, y llenas de momentos magníficos. Son tóxicas y quizás por eso me gusten tanto. Son... duraderas, eternas. No en vano dije hace tiempo que había encontrado al amor de mi vida. Son extrañas, y van y vienen como el bravo mar. Es un amor que duele, que te destruye y te eleva al cielo al mismo tiempo.

Ese amor, ése es el que debiéramos preocuparnos en conservar. Porque al final, por mucho que nos acojone, por mucho miedo que nos de, llegará un día en el que tengamos que admitir que aunque no sabemos muy bien por qué, es precisamente ÉSE al que queremos tener y amar.

Bucay y el crío psicópata

Como el día 8 resultó un asco, hice una llamada de emergencia y Bucay se presentó debajo de mi casa en cero coma. Y con la intención de animarme, decidió contarme una anécdota. Bien, llegados a este punto tengo que advertir al público en general, y sobre todo a los locos y degenerados de esta sociedad que quieren tener hijos, que esto podría hacerles cambiar de idea o por lo menos hacer que se lo replantearan.

Una vez avisados, allá vamos. Resulta que Bucay, que ha dejado ya sus tiempos de delincuente y rebelde sin causa, está ahora dándole clases en su tiempo libre a una de esas cosas que uno encarga y se la traen a los nueve meses.

Pues bueno, resulta que la criatura debe de ser zopenca hasta decir basta y la tía una bruja-lagarta-maruja (¡mira! ¡si hasta rima!) de las que sudan veneno. Con esta combinación, y una abuela que en palabras de Bucay da un yuyu que te cagas sentada en la mecedora haciendo punto de cruz, era de esperar ya que el niño pues normal, lo que se dice normal, no fuera. ¡Pero no hasta tal punto! Como dato, solo diré que el niño, un tirillas de tres al cuarto, está firmemente convencido de que sus compañeros le hacen bullying, cosa que su tía suscribe y que según Bucay ha sido ella la que se lo ha metido en la cabeza. Total que está convencidísimo de ello y asegura que planea matar a sus compañeros de clase. Para más inri, incluso ha fijado una fecha: lo hará a los treinta años. ¿El por qué? Yo que sé, que se lo pregunten a su psicóloga, que por cierto no pudo ni aguantar la risa y le dijo que mejor que lo hiciera a los 80 que así no iba a la cárcel...

En fin... yo ante esto, pensaba si es que van a ser críos como este de los que dependa mi jubilación pero bueh... Total que si ante todo eso Bucay ya flipaba a colorines, el asunto ya se desmadró cuando, viendo que era imposible que el crío se centrara en los textos de comprehensión que tenía que leer, decidió preguntarle al niño a ver qué tema era el que más le interesaba para poder traerle textos sobre eso.

¿Su respuesta? Matar. Bucay, como chico responsable que se nos ha vuelto, le contestó pues que obviamente no podía traerle textos sobre eso que fueran adecuados a su edad. Yo aquí haría una pausa, y es que, qué texto pensaba encontrar Bucay que fuera adecuado para el crío y que fuera sobre matar? Total, sigamos.

Entonces decide preguntarle cuál es la segunda cosa que más le gusta y el niño le dice que pegar. Una vez más, y Bucay cada vez más en estado de shock y yo a carcajada limpia mientras me lo contaba (oye, que tiene su gracia)le dijo pues que de eso tampoco podía encontrar para él.

Y una vez más, insiste en cual es la tercera cosa que más le gusta y el crío contesta simplemente que huir. Aquí ya es cuando Bucay se desespera, porque ni siquiera de eso es capaz de encontrar algo y porque seamos sinceros, la pauta da más miedo que ver IT rodeada de payasos.

Con infinita paciencia, de esa que suele utilizar para aguantar mis desvaríos, nuestro protagonista le pregunta ya sin saber qué esperar, que cuál es la cuarta, sí majos cuarta, cosa que más le interesa. La respuesta da miedito y hace pensar en que en algo estamos fallando muy seriamente: ocultar pruebas. Vale, es aquí ya cuando viendo los antecedentes (matar, pegar, huir) y añadiendo este otro, Bucay empieza a tener los huevos de corbata y a pensarse si presentarse a oposiciones para mártir de la iglesia católica. Sobre este tema, sí es capaz de encontrar textos adaptados a la edad del aspirante a psicópata, pero ¡qué coño! ¡No va a ponérselo más fácil ni a ser cómplice en lo que sea que esté elucubrando la mente del pequeño ser ese! Y por lo tanto le dice que nada, que nanai de la china.

Y le pregunta por la quinta cosa que más le interesa en el mundo mientras duda entre empezar a marcar el número del psiquiátrico más cercano o simplemente echar por patas. Pero el niño, sorprendentemente, le contesta que meditar. Bucay, más aliviado que yo cuando me despierto por la noche y veo que todavía me quedan unas horitas para sobar, le dice que perfecto.

Al día siguiente, Bucay encuentra un texto adaptado sobre el budismo y se lo da al chaval, que después de terminar la clase incluso se queda mirándolo. Algo que enorgullece mucho a Bucay.

Yo, sinceramente... pues ya no duermo tranquila. Si desde que pusieron la nueva ley anti-tabaco voy por la calle alerta ante posibles invasiones de niños y policías lo suficientemente cabrones como para multarme, ahora ya encima me tengo que fijar en si tienen cara de psicópata o no. Y quieras que no a mi desbocada imaginación que su quinta cosa favorita (después de matar,pegar, huir y ocultar pruebas) sea meditar... me da bastantes ideas (y ninguna de ellas buena) sobre qué van a ir sus meditaciones. Pero ¡quién sabe! Igual la próxima semana el crío se rape el pelo, se vista de naranja y decida vivir en el mundo chupi-chupi donde todo es bonito y todos somos felices, pero tengo mis serias dudas.

Los niños son el futuro, los niños son el futuro... ja, pues que lo sean de sus padres, a ver si encima ahora voy a acabar yo muerta porque dos echaran un polvo. Ya sabéis, la próxima temporada, los chalecos anti-balas serán lo último.

Reflexiones y sonrisas

Echo un vistazo a mi propio recorrido amoroso, desde el primer beso un domingo hasta el último un viernes... y pienso y reflexiono.

No puedo quejarme, he amado con todas mis fuerzas y creo haber sido correspondida. He disfrutado mucho y he sufrido incluso más. Pero siempre ha valido la pena.

El día 8, día de la mujer, me dejaron. Me dejaron y, en realidad, no dolió. Sentí miedo, quizás miedo de volver a las viejas costumbres de noches locas y mañanas solas. Y es que sí, tengo ganas de disfrutar, de beber, de conocer a un tío y de no pensar en un mañana. Pero también tengo ganas de caricias, de películas aburridas con entretenimientos varios y paseos de la mano.

Hoy, un poco más sabia que ayer, sonrío. Porque me doy cuenta de que lo que tenga que venir vendrá y mientras, esperaré de fiesta con mis chicas y un cigarrillo.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Ela y su carrera amorosa-pseudocirco

Si es que iba siendo ya necesario. Después de estar un poco demasiado desconectada del mundo online, vuelvo con fuerzas renovadas y miles de cosas que teclear.

Dedicaremos el día de hoy, a una mujer que cada día me sorprende más, y es que no gano para sustos cuando de su carrera amorosa se trata. La última brutal y surrealista ocurrió hará ya varios meses (me disculpo por la tardanza) y es hoy cuando me he decidido a hacer una recopilación de sus rollos-líos-o-como-leches-queráis-llamarlos.

En su más tierna infancia (sí, hasta Ela ha tenido de eso) apareció aquel al que llamaremos Berto. Ella era ingenua y él también, por qué no. Tras múltiples charlas online, risitas y todas esas cosas monas que hacíamos por aquél entonces, y alguna que otra intervención de moi aquí presente, pasó lo que tenía que pasar. Un glorioso día, de esos en los que el verano parece cercano, quedaron y Ela tuvo su primer beso. Que no fue tan sencillo eh, ya que fue en casa de ella, y no os hacéis a la idea de lo que cuesta evitar a todo un bloque de vecinas cotillas.

Pero por cosas de la vida, o más bien de la testosterona acumulada del género masculino, el niño decidió pues que él no quería nada ahora que se acercaba el verano ya que iba a estar lejos. ¡Ja! ¿Lejos? ¡Será cerca! Cerca de las tetas y boca de otra porque vamos...

Pero bueno la vida siguió con sus más y sus menos, y Ela y su happy face. Es entonces cuando entrará en escena el siguiente: Héctor. Héctor, un año mayor que Ela, fue su primer rollo casual cargado de drama. La historia fue bien hasta las fiestas de cierto pueblo cercano. Después de habernos pillado la cogorza del mes andábamos por la playa, lo cual en nuestro estado de embriaguez era lo mejor (no duele si te caes al suelo) y el ambiente estaba asegurado. Yo que iba sobria (no, no me amamantaron con alcohol), junto con un par más estábamos intentando que Ela mantuviera las formas, lo cual era complicado porque entre el jaleo que había y que las demás también le habían dado a la botella... Total, que en una de esas la perdimos de vista. Tardamos poco en localizarla (lo que tardé en darme la media vuelta) y ahí estaba, a la entrada de la playa, al lado del paseo. Pero tenía compañía... Nos acercamos, pero para cuando llegué el tío en cuestión ya había puesto sus manos sobre ella. Casi la besa, casi. No llegó a hacerlo porque Ela, sin siquiera saber donde estaba se balanceaba adelante y atrás como un niño con pañales, y llegamos justo justo.

Todo habría quedado en un susto de "qué malvada gente ronda por ahí aprovechándose de chicas inocentes" de no fuera a ser por las malas lenguas. La historia, tergiversada y poniendo a Ela de puta para arriba, llegó a oídos de Héctor, que se enfadó y enrabietó hasta decir basta. Un día de fiesta en una discoteca, tras juegos previos, Héctor y Ela retomaron su rollo casual sin dramas. Y así estuvieron hasta que se acabó, al fin y al cabo, todo lo bueno se acaba ¿no?

Entonces apareció Larson y después otra vez Berto. Y es que Ela, como muchas de nosotras, es reincidente cuando se trata de hombres. Lo de Berto ocurrió en carnavales... y es que ¡ay los carnavales! Porque en los siguientes de otro barrio, fue Iván (novedad, ya que nunca antes se había liado con alguien que no conociera de antes).

Es después de esto, con la llegada de otro verano cuando entra en juego mi juguete favorito. Sí ¿qué pasa? Ela y yo compartimos. Y es que Edgar pasó las fiestas de dos de nuestros barrios habituales con Ela perdidos bajo las estrellas en algún sitio montando su particular fiesta.

Pero ay! la reincidencia... y es que no hay terapia de choque aún contra Berto, y ese mismo verano... Cayeron. Ya con práctica en lo que viene siendo esquivar a las vecinas cotillas y con mucha más experiencia a sus espaldas, y desde luego sin la misma inocencia del principio. Para fumarse un verde decían... fumar al final no sé si lo harían, pero que rememoraron tiempos pasados... seguro.

Bah, al final fue una época de vaivén, sin nada más allá del aquí te pillo aquí te mato si exceptuamos a Héctor.

Pero entonces apareció Iñaki. Casualidades de la vida quisieron que coincidiéramos en otras fiestas con el chaval (¿por qué empiezo a tener la sensación de que nos pasamos la vida de fiesta?)y resultó que una de nuestros contactos lo conocía. Iñaki, que se había encandilado con Ela, consiguió contactar con ella a través de nuestro contacto. Es aquí donde comienza una espiral de adicción para Ela, casi tan fuerte como la que tenemos con los cigarrillos o la fiesta.

Y es que estuvieron una temporada quedando, pero Iñaki que era algo más mayor que Ela, pretendía ir quizás algo rápido. Algo a lo que Ela no estaba dispuesta. Y entre que si sí que si no, Ela decidió que se acabó. Pero la carne es débil y como la mayoría de nosotras, Ela es carnivora a tope. Así que vuelta con él, y fuera otra vez; y así como si fuera uno de esos bailes típicos del oeste: adelante y atrás, adelante y atrás. Asta que paró la música. Todavía hoy hay algo de resentimiento contra Iñaki en Ela por haberla metida en ese círculo vicioso, y todavía hoy las miradas entre ellos cuando se cruzas son bien curiosas. Pero eso es otra historia... ¡así que sigamos!

La vida siguió su curso y llegamos a (como no) un viaje que hicimos con fiesta incluida. Allí fue otro compañero de viaje el que cayó, una bonita cosa de una noche que no volvería a repetirse. Y es así como acabamos en... ¡otros carnavales! Será ahí donde Abel y Ela, en casa de Laura esa noche, iniciarán su lío para seguirlo más tarde en un fin de semana de casa rural. Lo cual es curioso, porque si vemos las vueltas que da la vida, descubriremos que es Laura la que al final mantiene una relación con Abel ahora (pero esa es también otra historia).

Al tiempo y tiempo, y es que entonces entra en juego el tipo más reciente. Quizás con el que ha mantenido la relación más tóxica: Y es que eso era una relación a tres en toda regla. El chaval, al que conoceremos como Blink, no solo andaba metido en un rollo tipo casual con Ela, sino que mantenía una relación estable con otra chica desde hacía tiempo. Cuando nuestra protagonista tuvo noticias de aquello le pidió explicaciones a Blink, que más ancho que largo le dijo que no mantenían una relación que de vez en cuando salían por ahí pero nada más. Ela, cegada en su círculo, aceptó sin darse cuenta de que quizás eso se les estaba yendo de las manos. Y es que la gente es cotilla, de lengua larga y retorcida y afirmaban que Ela era "la otra". Al final, todo quedo como una relación "a trois" que con el tiempo se fue apagando hasta que un buen día, con aplausos por mi parte, eso terminó. Y no es que yo esté en contra de las relaciones liberales ni mucho menos ¡me requeteencantan! Pero siempre y cuando todas las partes lo sepan (cosa que dudábamos sobre la otra chica) y todo el mundo lo acepte. Pues eso, al final terminó y paradojas de la vida, aunque Ela no quiere ver a Blink ni en pintura, ahora mantiene una cordial amistad con la otra chica (que por cierto, dejó a Blink: ¡chicas unidas, jamás serán vencidas!)ya que es camarera de vez en cuando en nuestro bar favorito.

Y así se cerró otro círculo vicioso y otra rana que volvió al lago.

Esta historia termina en el pasado verano, quizás algunas recuerden la entrada que dediqué a nuestros "amigos" holandeses, pues eso, que no solo yo me hice amiga de ellos. Ela está de acuerdo conmigo en que Holanda es un país maravilloso por cuestiones... llamémoslas antropológicas.

En fin... y es que si echamos la vista atrás menudo zoo el de Ela. ¿De dónde han salido semejantes especímenes? Los únicos decentes han sido los de una noche... ¡y quizás porque no les dio tiempo a fastidiarla! La gota que colma el vaso ocurrió hace un par de meses cuando Ela me contó la proposición que le había hecho un antiguo compañero de clase (del que yo no tengo recuerdos, pero esa es mi memoria, nula como siempre). Fue por msn, chat o cualquiera de esas pseudo-formas de comunicación y fue tal cual:

Espécimen de otro planeta: -¿Tienes novio o alguien en mente?
Ela: -No, la verdad
EDOP: -Es verdad, ya me acuerdo que eras un poco rara y tenías carácter...
(Ela en su interior flipando, algo así como... wtf?): ¿rara? ¿por qué?
EDOP: No sé, te recuerdo así pero tenías algo que en su tiempo me gustó. Un día de estos me gustaría dar una vuelta contigo...

Yaaaa claro, ahora se le llama "dar una vuelta"... Supongo que no hará falta decir que la respuesta de Ela fue una negación total y que hizo todo lo posible por evitar nuevos contactos con semejante especimen. No, si ya lo decimos nosotras, nos falta el latigo para ser domadoras en el circo.

lunes, 7 de marzo de 2011

Tic-tac, tic-tac...

El sábado no hubo nadie que me hablara más seco que tú (y eso que fue por móvil), llevas dos días sin dar señales de vida y hace más de una semana que no tenemos un rato juntos a solas. Me duele el pecho, pero sobre todo la tripa. Tengo la teoría de que el alma se reparte por todo el cuerpo, pero que su centro se concentra en el estómago.

Si no que me expliquen esta falta de ganas de comer, esos vuelcos en el estómago cada vez que suena mi móvil o esas náuseas al ver mi email y demás medios de comunicación entre tú y yo sin señales.

Esto me enferma. Más el no saber, que el hecho de que obviamente me estás ignorando, sino incluso evitando. Y yo... yo empiezo a sentir mariposas en el estómago otra vez, y no son por ti. Vuelvo a sentir escalofríos cuando me toca, y no eres tú. A cada tic-tac te siento más lejano y a él más cerca. Ante todo esto, solo tengo cinco preguntas que hacerte:

1. ¿Me sigues queriendo?
2. ¿Te sigo gustando?
3. ¿He hecho algo malo?
4. ¿Has hecho algo malo?
5. ¿De verdad quieres que esto vaya adelante?

Tic-tac, tic-tac. Y el reloj, no se detiene.

domingo, 6 de marzo de 2011

O ser como todas u olvidarlo.

Quiero correr hasta caer de rodillas dolorida. Quiero fumar hasta marearme. Quiero tomar café y alcohol hasta vomitar. Dios, y quiero golpearlo. Pegarle y sollozar mientras me susurra que me calme. Volverme a pegar, que me inmovilice y que me bese sin permiso. Que sea un beso salado de reconciliación, un beso entre sollozos convulsos por mi parte y caricias en el pelo por la suya.

Quiero dejar atrás toda la mierda y empezar algo nuevo. Ponerme unas gafas de sol, una falda, auriculares y salir a pasear por allí. Cerrar los ojos e inspirar, para al abrirlos encontrármelo de frente. Preguntándose si acaso soy yo de verdad, hasta que le sonría y me acerque rápida a besarle.

Que no queden dudas, que pueda ser como todas. Y que si no... que si no que lo olvide, porque sino no será para mí.

sábado, 5 de marzo de 2011

Hombres y te quieros

Hombres... causa mayor junto al alcohol de la mayor parte de nuestros problemas e indispensables si no tienes pilas.Tan indispensables que, en ocasiones, acabamos enganchadas a ellos algo más de lo que nos gustaría. Y eso trae consecuencias... ¡Sino que se lo cuenten a Edurne!

Ayer me la encontré y empezamos a ponernos al día, cuando me lo contó no pude dejar de imaginar que clase de inmundas, terribles y macabras torturas habría empleado yo en su caso para cargármelo. ¡Ella se reía! Ufff, maldito amor.

Pero a lo que iba, la cuestión es que el lunes pasada recibió una llamada de su chico: Le digo que TENÍAN QUE HABLAR, QUE ERA SERIO y que PREFERÍA HACERLO A LA CARA, que ÉL SIEMPRE LA QUERRÍA, etc. etc. para después soltarle que ¡encima hasta el viernes nanai de la china! Edurne sobrevivió a la semana a base de apoyo humano femenino e inspiraciones profundas. ¡Y por fin llegó el viernes!

Rauda y veloz nuestra protagonista bajó de su casa a encontrarse con su estresante novio puesta en lo peor, mientras medio mundo se mordía las uñas esperando noticias suyas. Llegaron, frente a frente y tras muchas vacilaciones el tío le soltó: Te quiero.

Efectiviwonder nenas y nenes, esa era la gran confesión. Que la quería, que la quiere, que la querrá. Está claro que de ser yo la protagonista de esta historia, el tío en cuestión habría seguido queriéndome bajo tierra, pero con el alivio a Edurne se le olvidó la semana y el estrés y simplemente lo besó.

¡Cómo para no! Con lo que le ha costado que por fin el chaval se abra. Y mientras me contaba todo esto se reía y reía, y es que hombres...

Causa principal de nuestros problemas junto al alcohol... pero y es que ¡como nos gustan a nosotras los problemas!

sábado, 19 de febrero de 2011

Días a superar

Resbalo por la acera mojada. Las manos y el aliento congelado. Un cigarro calienta mi boca solitaria. Es de esos días en los que tengo miedo y me escondo del mundo. Salgo sola y me siento en un lugar cubierto. Fumo y pienso. Pienso y fumo. Tengo que dejar tanto vicio... pensar tanto no puede ser bueno.

Pienso en él, y en todo lo que he evolucionado a su lado. Aun así, hoy vuelvo a ser la niña temerosa que da un paso adelante y echa a correr para atrás de la misma. Yo y mis inseguridades. Qué raro, ya las echaba de menos.

Pero entonces pienso en él y pufff, me niego a cometer los errores del pasado. Me niego a cometerlos con él. Así que, respiro hondo, dejo que el humo invada mis pulmones, cierro los ojos y sonrío pensando en que, pronto, lo volveré a ver.

martes, 15 de febrero de 2011

Cuando todo se tuerce...

Mientras los asuntos del corazón parecen, más que nunca, un paseo por la arena sin tormentas a la vista... no se puede decir lo mismo del resto.

El trabajo de estos días me ha desgastado muchísimo, estoy cansadísima, tanto física como mentalmente, y no tengo ganas de nada. Por otro lado, las decepciones no dejan de doler y encuentro a Bucay más lejos que nunca. Tengo ganas de abrazarlo, de decirle que ya quedó todo olvidado y volver a empezar. Al fin y al cabo, este mismo blog ha sido testigo de mis cagadas... Quizás la más sonada la de David... y él me perdonó. Es cierto que con esfuerzo, mucho esfuerzo, pero me perdonó y ahora es más que nunca mi amigo (nota: quedar con David).

Yo debiera hacer lo mismo con Bucay ¿no? Es mi amigo. Pero ahora mismo estoy demasiado dolida... supongo que, como siempre, el tiempo irá llevándose todo, tanto lo malo... como lo bueno.

jueves, 27 de enero de 2011

Posesivos

Es mi novio. Es mi amiga. Es mi rollo. Es mi hermano. Mío, mío, mío. ¿Por qué nos empeñamos en poseer a las personas más allá del plano físico? Sé perfectamente que no sirve de nada, al fin y al cabo, la llave de mi alma la guardo en una caja fuerte de la que olvidé la contraseña y... no, no existen más copias.

martes, 25 de enero de 2011

Apropiadas coincidencias

Bucay está triste, días grises en su alma, días de lluvia.
Y justo hoy conozco un poquito más otra alma nueva, MMT. Para ella la lluvía tiene otro significado por lo que parece, ¿lo ves Bucay? Todo mejora. Todo va a mejorar. Simplemente quieres quererlo y si no... siempre podemos bailar bajo la lluvia, reiremos tan alto que los truenos quedarán mudos.

miércoles, 5 de enero de 2011

Afrontar y no esconderse

La falta de problemas me lleva siempre a buscar problemas nuevos. Y es que, no puedo vivir sin complicarme la vida. Aunque quizás no sea solo cosa mía, quizás de verdad tenga que hacer frente a un problema. A algo un poco más gordo de lo que pensaba. Algo que no tengo ganas de enfrentar.

Odio sentirme como una cría, y él lo consigue. Agg, eso es un problema, un gran problema. Dios mío, algo empieza a pasar y yo sin mis defensas a punto.

lunes, 3 de enero de 2011

El valor del 2010

Un año más que se va. Y como siempre, toca valorar esos 365 días, esas 8760 horas, esos 525600 minutos, esos 31536000 segundos. Pero por encima de todo, toca valorar cada uno de esos besos, de esos momentos, de esas lágrimas, de esas sonrisas. Al fin y al cabo la vida no se mide en segundos, minutos, horas o días, no. Si no en momentos, fugaces o largos, íntimos o públicos, alegres o tristes,... Así que vamos allá.

El 2010 empezó de un modo algo turbulento. El alcohol no fue precisamente mi amigo pero tengo que agradecer a todos los que estuvieron a mi lado que no fuera para tanto. Los días pasaron y la vida parecía perfecta, amigos y amigas, familia, él. Todo. Pero la montaña rusa que es la vida tal como nos eleva, nos hace descender de golpe. Y todo empezó a ir mal. Las broncas se acrecentaron, no veía demasiado a mis nenas y él, él perdió todo interés en mí.

Llega la primavera y vuelvo a encontrarme soltera y con un año más, y aunque el alma se resiente me está pidiendo por resurgir. Primavera y verano fueron algo inestables, como el tiempo, en mi alma también o llovía o surgía el sol de repente. Al final, las ganas de vivir, de beberme el cielo y saborear el aire prevalecieron y fueron meses más o menos felices.

Con la caída de las hojas, todo cambió. Finales de agosto y principios de octubre fueron días de añoranza, de reencontrarme conmigo misma y enfrentar verdaderos sentimientos. Dolor, mucho dolor y lágrimas me quedan de esos días. Aunque no olvido una noche, de octubre (puede ser?), que me dio esperanzas, vanas al final, pero esperanzas que me hicieron sonreir cientos de veces.

Aun así, esas esperanzas fueron empañándose poco a poco, todo el mundo; sus amigos, los míos, decían que lo olvidara, que no era para mí. Decidí no creerles y luchar hasta el final; y juro que hice todo lo posible, fueron varios meses de batallas contra lo impuesto, contra mí misma.

Y resultó algo indefinible, impensable, indescriptible. ¿Amistad? Lo dudo. Demasiado sin hablar, demasiado sin gritarnos, nos queda mucho tiempo todavía para eso. Me conformo con ser de momento su colega.

Al mismo tiempo de todo esto, algo pasó. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué renunciaba a vivir mi vida por un chico? That wasn´t me. Y decidí que no iba a querer a quien no me quería.

Es mentira. Nadie puede dejar de querer así como así, como decía xhelazz: ningún amor muere, solo cambia de lugar en la memoria. Pero aprendo a vivir sin él, y renazco. Salgo, bebo, disfruto. Todo toma un cariz diferente.

Y así llegamos al final, a otra nochevieja, a otro año nuevo. Todo ha cambiado... ¿Todo? No, aunque diferentes, sigo rodeada de gente que me quiere.

Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.