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astrid.rhys.jones@hotmail.com

jueves, 27 de enero de 2011

Posesivos

Es mi novio. Es mi amiga. Es mi rollo. Es mi hermano. Mío, mío, mío. ¿Por qué nos empeñamos en poseer a las personas más allá del plano físico? Sé perfectamente que no sirve de nada, al fin y al cabo, la llave de mi alma la guardo en una caja fuerte de la que olvidé la contraseña y... no, no existen más copias.

martes, 25 de enero de 2011

Apropiadas coincidencias

Bucay está triste, días grises en su alma, días de lluvia.
Y justo hoy conozco un poquito más otra alma nueva, MMT. Para ella la lluvía tiene otro significado por lo que parece, ¿lo ves Bucay? Todo mejora. Todo va a mejorar. Simplemente quieres quererlo y si no... siempre podemos bailar bajo la lluvia, reiremos tan alto que los truenos quedarán mudos.

miércoles, 5 de enero de 2011

Afrontar y no esconderse

La falta de problemas me lleva siempre a buscar problemas nuevos. Y es que, no puedo vivir sin complicarme la vida. Aunque quizás no sea solo cosa mía, quizás de verdad tenga que hacer frente a un problema. A algo un poco más gordo de lo que pensaba. Algo que no tengo ganas de enfrentar.

Odio sentirme como una cría, y él lo consigue. Agg, eso es un problema, un gran problema. Dios mío, algo empieza a pasar y yo sin mis defensas a punto.

lunes, 3 de enero de 2011

El valor del 2010

Un año más que se va. Y como siempre, toca valorar esos 365 días, esas 8760 horas, esos 525600 minutos, esos 31536000 segundos. Pero por encima de todo, toca valorar cada uno de esos besos, de esos momentos, de esas lágrimas, de esas sonrisas. Al fin y al cabo la vida no se mide en segundos, minutos, horas o días, no. Si no en momentos, fugaces o largos, íntimos o públicos, alegres o tristes,... Así que vamos allá.

El 2010 empezó de un modo algo turbulento. El alcohol no fue precisamente mi amigo pero tengo que agradecer a todos los que estuvieron a mi lado que no fuera para tanto. Los días pasaron y la vida parecía perfecta, amigos y amigas, familia, él. Todo. Pero la montaña rusa que es la vida tal como nos eleva, nos hace descender de golpe. Y todo empezó a ir mal. Las broncas se acrecentaron, no veía demasiado a mis nenas y él, él perdió todo interés en mí.

Llega la primavera y vuelvo a encontrarme soltera y con un año más, y aunque el alma se resiente me está pidiendo por resurgir. Primavera y verano fueron algo inestables, como el tiempo, en mi alma también o llovía o surgía el sol de repente. Al final, las ganas de vivir, de beberme el cielo y saborear el aire prevalecieron y fueron meses más o menos felices.

Con la caída de las hojas, todo cambió. Finales de agosto y principios de octubre fueron días de añoranza, de reencontrarme conmigo misma y enfrentar verdaderos sentimientos. Dolor, mucho dolor y lágrimas me quedan de esos días. Aunque no olvido una noche, de octubre (puede ser?), que me dio esperanzas, vanas al final, pero esperanzas que me hicieron sonreir cientos de veces.

Aun así, esas esperanzas fueron empañándose poco a poco, todo el mundo; sus amigos, los míos, decían que lo olvidara, que no era para mí. Decidí no creerles y luchar hasta el final; y juro que hice todo lo posible, fueron varios meses de batallas contra lo impuesto, contra mí misma.

Y resultó algo indefinible, impensable, indescriptible. ¿Amistad? Lo dudo. Demasiado sin hablar, demasiado sin gritarnos, nos queda mucho tiempo todavía para eso. Me conformo con ser de momento su colega.

Al mismo tiempo de todo esto, algo pasó. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué renunciaba a vivir mi vida por un chico? That wasn´t me. Y decidí que no iba a querer a quien no me quería.

Es mentira. Nadie puede dejar de querer así como así, como decía xhelazz: ningún amor muere, solo cambia de lugar en la memoria. Pero aprendo a vivir sin él, y renazco. Salgo, bebo, disfruto. Todo toma un cariz diferente.

Y así llegamos al final, a otra nochevieja, a otro año nuevo. Todo ha cambiado... ¿Todo? No, aunque diferentes, sigo rodeada de gente que me quiere.

Rompiendo esquemas

Me mira sonriente. Me agarra la mano. Se inclina y me besa, suave. Después se acerca a mi oreja, mientras yo cierro los ojos, y me susurra algo. Los abro de golpe, él se empieza a reír y yo le empujo bromeando. Sabe que no me gustan las cursilerías.

A él le encantan. Más que las cursilerías, romper mis esquemas. Romper mis reglas, mis fases establecidas, todo lo que hasta ahora he dado por supuesto. Dice que las normas están hechas para romperse y yo sacudo la cabeza. Me desconcierta siempre. Y eso también le encanta.

Siento que no tengo el control, que no sé nada. Ni hacia donde vamos, ni como, ni hasta cuando. Y tengo al mismo tiempo la sensación, de que no me importa demasiado mientras esté a mi lado. Las preocupaciones se desvanecen, los miedos se atenúan y mis inseguridades se quiebran.

Bah, habrá que empezar pronto a encontrarle fallos o acabará volviéndome loca.

Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.