Soul of music.


MusicPlaylistView Profile
Create a playlist at MixPod.com
astrid.rhys.jones@hotmail.com

miércoles, 29 de febrero de 2012

La voz

Resulta inútil decir que no estoy haciendo nada, del mismo modo que lo hace el decir que estoy haciéndolo todo. Lo cierto es que me adapto a la velocidad frenética en la que está envuelta mi vida estos días. Y satisfecha. Lo hago con gusto, de hecho. No hay nada que me guste más que el no parar, pero que pasa factura es algo incontestable.

Esa factura que recibo cuando paro. Me paro, me tomo un té, fumo algún cigarrillo y pienso. Y reviso esos papeles mentales tan costosos. Pienso entonces, que quizás no pueda llegar a fin de mes: podré cubrir todo esto? Y la verdad es que puedo, de sobra. Cuál es el problema entonces? La voz. Esa voz.

Esa voz en mi cabeza que pone en duda, a pesar de la constatación material de los hechos, que realmente pueda. Se te escapan las cosas y no vas a poder hacer todo eso, me dice. Vas a fracasar, insinúa. Y pienso... y dudo... La hago caso porque no soy capaz de creer que realmente lo que hice fuera un reto, algo importante, o algo simplemente que costara trabajo. Porque la voz dice que si lo hice es que era fácil, que no era tan complicado, que cualquiera podría haberlo hecho y que tuve mucha suerte.

Pero no, gracias. Se acabó ese torbellino de inseguridad acechando en mi mente. Puedo con ello. He puesto en off los altavoces de esa voz, he cogido mis auriculares y ahora suena mi melodía.

domingo, 26 de febrero de 2012

Renovación.

Estoy de renovación personal. Pronto le tocará a esto. Pronto, espero.

jueves, 23 de febrero de 2012

Sueños.

En el momento en que más fiebre tengo decido ponerme a escribir. Estoy enferma -para variar- pero increíblemente tengo unas ganas terribles de hacer cosas. Los próximos dos días voy a tener bastante curro -sí majos, el sábado también- y lo ansío, sinceramente. Espero esta noche mejorar lo suficiente.

He tenido manta sueños raros esta noche, pero un montón. Mezclaba muchas cosas, demasiadas. Ya los interpretaré cuando mejore. Ahora a la cama.

domingo, 5 de febrero de 2012

C´est fini.

Lloro. Lloro y dejo que salga en forma de sollozos todo lo acumulado estos días. Me encojo en el suelo y me balanceo. No tengo fuerzas, no me quedan. La vida me come y el tiempo me mata. Y yo no gano ni una sola batalla. Pero y es que ¿quién me dijo que fuera a ganar alguna? Al fin y al cabo, eso solo ocurre en los cuentos de princesas; y yo no soy una.

Me asqueo a mí misma. No quiero verme. No quiero sentirme. Quiero desaparecer. Es así.

Bucay


No sé por dónde empezar. Un “qué tal estás” estaría bien, muy bien, verdad? Así que quizás sea por ahí por donde debería empezar. Y dirás, ahora? Y por intermediarios? Sí, lo sé, es de cobardes o de despreocupados. Pero no puedo Bucay, estoy cayendo. Sí, a ese torbellino de locura por el que sabes que hago equilibrios. Ha sido una semana horrible, en casa demasiado dolor al que hacerle frente, y no podía hacerle frente también al tuyo. Me he derrumbado. Vuelvo a hábitos horribles pequeño. Voy dando tumbos sin rumbo, desquiciada. Mirándome sin ver, y odiándome un poquito más a cada momento. La mitad de la semana la he pasado enferma de la mente, y la otra mitad drogada para controlar mi parte enferma. Ni con esas.
Lo siento. Lo siento de verdad, no sabes cuánto. No sabes cuánto desearía haber podido estar ahí contigo, pero de verdad te digo, que no podía. En casa, en la calle... y no puedo hacerle frente a más dolor. No puedo. No puedo porque ya lloro, ya cometo excesos, y mi cuerpo no aguanta más emoción. Perdóname. Perdóname por favor, por no ser capaz ni de llamarte ahora. Te quiero, Astrid.

Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.