Soul of music.


MusicPlaylistView Profile
Create a playlist at MixPod.com
astrid.rhys.jones@hotmail.com

sábado, 27 de agosto de 2011

Cambié el "felices para siempre" por el cinismo y mi teclado

Hoy pensaba en el amor. En realidad pensaba más bien en qué ponerme esta noche porque ese otro tema llevo esquivándolo prácticamente todo el verano. Hablando con un par de amigas ayer me di cuenta de que hay gente que es feliz estando enamorada ¡es increíble! ¿Yo también lo era antes?

Quiero decir, la vez que estuve enamorada, enamorada de verdad, estuvo marcada por la más absoluta falta de cordura y una ingente cantidad de puñales, esquivas, lloros, inseguridades y al final, más que nada, cosas negativas. Cosas sin embargo que nos hacían funcionar y ser tan felices como cantidad de enfados teníamos. No había ostentosos "te quiero"-s ni halagos, más bien pullas y bromas de doble sentido que nos hacían enervarnos para acabar con un beso. Miradas sí, pero no de ternura, solo de esas a las que seguían una sonrisa torcida y una risa por lo bajo con la ceja levantada. Pero nos entendíamos, funcionábamos.

Sin embargo, pasada página y con ganas de volver a sentir ese vuelco en el corazón y ese temblor de piernas, me encuentro con que soy incapaz de sentirlo, o al menos del modo en el que lo hace la gente normal. La mayoría de las mujeres sueñan con un hombre que las agarre de la mano, las presente a sus amigos, se preocupen por ellas, les digan que están preciosas nada más levantarse y las quieran por encima de todas las cosas. Y voy yo y lo encuentro, una y otra vez. A Karl el último. Debiera ser feliz, debiera querer estar así, comprometerme un poco, y sin embargo huyo como alma que lleva el diablo.

Quizás sea simplemente que hay personas que están hechas para vivir enamoradas, o más bien para que las traten como princesas. Y otras vagamos perdidas por el mundo entre lo que nuestro instinto nos dice y lo que la sociedad nos marca. Siempre en eterno conflicto y nunca contentas. Quién sabe, o quizás simplemente soy una loca.

Sea lo que sea, no importa. Es así y no puedo cambiarlo. Lo único que puedo hacer es tratar de no herir a nadie más, al fin y al cabo, chicas; últimamente he conocido muchos príncipes y me he portado con ellos como la malvada madrastra del cuento. Me gustaría saber... si no es como madrastra, ni como príncipe o princesa,... ¿qué papel tengo yo en este cuento?

0 comentarios:

Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.