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astrid.rhys.jones@hotmail.com

domingo, 5 de febrero de 2012

C´est fini.

Lloro. Lloro y dejo que salga en forma de sollozos todo lo acumulado estos días. Me encojo en el suelo y me balanceo. No tengo fuerzas, no me quedan. La vida me come y el tiempo me mata. Y yo no gano ni una sola batalla. Pero y es que ¿quién me dijo que fuera a ganar alguna? Al fin y al cabo, eso solo ocurre en los cuentos de princesas; y yo no soy una.

Me asqueo a mí misma. No quiero verme. No quiero sentirme. Quiero desaparecer. Es así.

1 comentarios:

Bucay dijo...

Te contradices en tu blog. Conozco a la Astrid auténtica, y esa Astrid nunca abandona ni se rinde. Cree en las princesas. En esas princesas que cambiaron el vestido y los tacones de cristal por los vaqueros y unas bambas. Que afrontan la vida con valor y coraje para darle en los morros a quién una vez dijo que no podría.

Ésa es la Astrid del blog y en la columna de la izquierda se ve en más de una ocasión.

Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.