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astrid.rhys.jones@hotmail.com

jueves, 13 de octubre de 2011

Pintando.

Normalmente ningún jueves a las 9 de la mañana me dedicaría a escribir. Pero mi vecino ha decidido extender el uso del taladro no sólo a las mañanas de los domingos en los que tengo resaca, sino a los martes por la tarde que tengo que terminar trabajo desde casa y a los jueves por la mañana que puedo dormir.

Cuando ha empezado he pensado que podría ignorarlo pero nada, tras muchas vueltas me he levantado. Que conste que antes de servirme un café y sentarme delante de la pantalla he abierto el Código Civil con la intención de encontrar amparo en la ley y una excusa para romperle la cara. Pero oye, que no viene nada; te has librado por el momento cabrón.

Pero bueno quizás sea mejor así. Que parece que me estoy formalizando, femenizando y otros muchos -ndo´s, así que, ¡mejor! ¡no fuera a ser que se me rompiera una uña al utilizar los alicates para sacarle los ojos!

Ayer estuve recordando viejos tiempos con las chicas. Fue divertido. Hacía mucho que no teníamos un rato así, para simplemente ser nosotras. Además me vino bien, porque tal como había predicho, llegó la tormenta -familiar-.

Pero no nos entretendremos en tonterías, al fin y al cabo la vida es corta, pero sobre todo, muy rápida. Hoy es el típico día gris. Pero de ese cálido, no el que hace desear esconderse no, el gris que me hace querer bailar, sonreír por la calle y devolverle el color a cada baldosa del suelo. Por eso voy dando el cante. Continúo enferma, así que por hoy, prefiero dejarlo aquí. Me voy a pintar el mundo.

1 comentarios:

Karl dijo...

Lo del Codigo Civil me ha matado jaja, pobre, ya buscaremos la manera de molestarle :) no te preocupes, se la devolveremos jajaja

Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.