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astrid.rhys.jones@hotmail.com

martes, 3 de agosto de 2010

Yes, I am crazy

Me acaricia la cintura como que no quiere la cosa. Las voces retumban a nuestro alrededor en el exterior, pero parece que estuvieramos metidos en una burbuja, aislados. La noche ha caido y aunque mis ojos se han acostumbrado, solo puedo vislumbrar las lineas generales de sus facciones... y sus ojos. Ay, esos ojos.

Esta recostado, apoyado sobre un codo mirandome. Ha dejado de acariciarme. Desearia que continuarar haciendolo, pero no se lo digo; porque entonces, sabria lo mucho que lo deseo. De repente comienza de nuevo a pasar la mano por mi espalda, mientras yo sentada oculto una sonrisa mientras le pego tragos a esa botella de vodka.

La cabeza me da vueltas, giro la cabeza y le saco la lengua sonriendole.

-Dont drink too much, please.

-Why?-le pregunto desafiante.

-Because you are going to get too much drunk.

-I can drink all this bottle and stay perfectly!-Suelto vanidosa, le pego otro trago- Do you see?

Se rie. Con ese sonido maravilloso, tranquilizador, protector. Da igual lo mucho que beba, se que a su lado no me va a pasar nada. El bebe cerveza, es su decima. Y sin embargo sigue perfecto, o eso me parece a mi. Desafiandole a que me quite la botella, empiezo a beber otra vez. El se incorpora, lento, acercando su cara a mi. Paro de beber y le miro. Va a besarme, pero justo en el momento en que sus labios acarician los mios, me aparto sonriendo.

-No?

-No now! Im drinking!-Le suelto pegando otro pequenio sorbo.

Se rie, me coge de la cintura y me susurra al oido:

-You are crazy

Me mira, maravillado. Como si fuera lo mas genial del mundo, en realidad lo es. Me encanta estar loca, loca de vida, de amor, de suenios.

-I know.-Le digo.

Y le beso. Y en esa quietud envuelta por la multitud, en esa oscuridad brillante por sus ojos, la botella de vodka queda olvidada a nuestros pies.

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Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.