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astrid.rhys.jones@hotmail.com

lunes, 21 de noviembre de 2011

¡Oh la la!

Bonjour madames et monsieurs! Como veréis me ha afrancesado mucho últimamente. En realidad todo ha sido  coincidencia, afortunada o desafortunada... eso está por ver.

El "quid" de la cuestión radica, como siempre, en los cambios personales que estoy viviendo. En esta nueva etapa de mi vida, más que nunca, me parece oportuno hacer un llamamiento al refinamiento -que no al snobismo-, a los buenos modales, al buen talante y a la elegancia... ¿¡y qué mejor que un aire francés para empaparnos del espíritu!? Y es que quien no conozca la importancia de las formas no merece ni que lo mire desdeñosa por encima de mis gafas de Dior. 

Pero no, ahora en serio. La gente tiende a subestimar estos valores, tan necesarios y tan útiles -al menos en mi experiencia-. Aunque debo admitir que eso es solo una razón secundaria. Porque sobre todo, lo que desearía que nos empapara del espíritu francés, es el libertinaje, la pasión, el amor por el arte y la vida, y el amor por el amor. 

Por supuesto que no. Por supuesto que esto no significa que a partir de ahora mis apariciones por este mundo vayan a estar cargadas de ñoñerías y sentimentalismos varios. Nada de eso. ¿Entonces qué? Bueno, ya lo iréis viendo. De momento deleitaros con la nueva apariencia de aquí, mi reino mágico; mientras, yo voy a deleitarme con mi último entretenimiento online. Twitter. Dios, es tan... ¡tan! ¡Oh la la! Un ensalzamiento del "yo" sin parangones, y es que cómo me gusta quererme tanto.

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Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.