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astrid.rhys.jones@hotmail.com

viernes, 11 de marzo de 2011

Bucay y el crío psicópata

Como el día 8 resultó un asco, hice una llamada de emergencia y Bucay se presentó debajo de mi casa en cero coma. Y con la intención de animarme, decidió contarme una anécdota. Bien, llegados a este punto tengo que advertir al público en general, y sobre todo a los locos y degenerados de esta sociedad que quieren tener hijos, que esto podría hacerles cambiar de idea o por lo menos hacer que se lo replantearan.

Una vez avisados, allá vamos. Resulta que Bucay, que ha dejado ya sus tiempos de delincuente y rebelde sin causa, está ahora dándole clases en su tiempo libre a una de esas cosas que uno encarga y se la traen a los nueve meses.

Pues bueno, resulta que la criatura debe de ser zopenca hasta decir basta y la tía una bruja-lagarta-maruja (¡mira! ¡si hasta rima!) de las que sudan veneno. Con esta combinación, y una abuela que en palabras de Bucay da un yuyu que te cagas sentada en la mecedora haciendo punto de cruz, era de esperar ya que el niño pues normal, lo que se dice normal, no fuera. ¡Pero no hasta tal punto! Como dato, solo diré que el niño, un tirillas de tres al cuarto, está firmemente convencido de que sus compañeros le hacen bullying, cosa que su tía suscribe y que según Bucay ha sido ella la que se lo ha metido en la cabeza. Total que está convencidísimo de ello y asegura que planea matar a sus compañeros de clase. Para más inri, incluso ha fijado una fecha: lo hará a los treinta años. ¿El por qué? Yo que sé, que se lo pregunten a su psicóloga, que por cierto no pudo ni aguantar la risa y le dijo que mejor que lo hiciera a los 80 que así no iba a la cárcel...

En fin... yo ante esto, pensaba si es que van a ser críos como este de los que dependa mi jubilación pero bueh... Total que si ante todo eso Bucay ya flipaba a colorines, el asunto ya se desmadró cuando, viendo que era imposible que el crío se centrara en los textos de comprehensión que tenía que leer, decidió preguntarle al niño a ver qué tema era el que más le interesaba para poder traerle textos sobre eso.

¿Su respuesta? Matar. Bucay, como chico responsable que se nos ha vuelto, le contestó pues que obviamente no podía traerle textos sobre eso que fueran adecuados a su edad. Yo aquí haría una pausa, y es que, qué texto pensaba encontrar Bucay que fuera adecuado para el crío y que fuera sobre matar? Total, sigamos.

Entonces decide preguntarle cuál es la segunda cosa que más le gusta y el niño le dice que pegar. Una vez más, y Bucay cada vez más en estado de shock y yo a carcajada limpia mientras me lo contaba (oye, que tiene su gracia)le dijo pues que de eso tampoco podía encontrar para él.

Y una vez más, insiste en cual es la tercera cosa que más le gusta y el crío contesta simplemente que huir. Aquí ya es cuando Bucay se desespera, porque ni siquiera de eso es capaz de encontrar algo y porque seamos sinceros, la pauta da más miedo que ver IT rodeada de payasos.

Con infinita paciencia, de esa que suele utilizar para aguantar mis desvaríos, nuestro protagonista le pregunta ya sin saber qué esperar, que cuál es la cuarta, sí majos cuarta, cosa que más le interesa. La respuesta da miedito y hace pensar en que en algo estamos fallando muy seriamente: ocultar pruebas. Vale, es aquí ya cuando viendo los antecedentes (matar, pegar, huir) y añadiendo este otro, Bucay empieza a tener los huevos de corbata y a pensarse si presentarse a oposiciones para mártir de la iglesia católica. Sobre este tema, sí es capaz de encontrar textos adaptados a la edad del aspirante a psicópata, pero ¡qué coño! ¡No va a ponérselo más fácil ni a ser cómplice en lo que sea que esté elucubrando la mente del pequeño ser ese! Y por lo tanto le dice que nada, que nanai de la china.

Y le pregunta por la quinta cosa que más le interesa en el mundo mientras duda entre empezar a marcar el número del psiquiátrico más cercano o simplemente echar por patas. Pero el niño, sorprendentemente, le contesta que meditar. Bucay, más aliviado que yo cuando me despierto por la noche y veo que todavía me quedan unas horitas para sobar, le dice que perfecto.

Al día siguiente, Bucay encuentra un texto adaptado sobre el budismo y se lo da al chaval, que después de terminar la clase incluso se queda mirándolo. Algo que enorgullece mucho a Bucay.

Yo, sinceramente... pues ya no duermo tranquila. Si desde que pusieron la nueva ley anti-tabaco voy por la calle alerta ante posibles invasiones de niños y policías lo suficientemente cabrones como para multarme, ahora ya encima me tengo que fijar en si tienen cara de psicópata o no. Y quieras que no a mi desbocada imaginación que su quinta cosa favorita (después de matar,pegar, huir y ocultar pruebas) sea meditar... me da bastantes ideas (y ninguna de ellas buena) sobre qué van a ir sus meditaciones. Pero ¡quién sabe! Igual la próxima semana el crío se rape el pelo, se vista de naranja y decida vivir en el mundo chupi-chupi donde todo es bonito y todos somos felices, pero tengo mis serias dudas.

Los niños son el futuro, los niños son el futuro... ja, pues que lo sean de sus padres, a ver si encima ahora voy a acabar yo muerta porque dos echaran un polvo. Ya sabéis, la próxima temporada, los chalecos anti-balas serán lo último.

2 comentarios:

MMT-Cuando llovia yo tambien me mojaba dijo...

a eso lo llamo yo un feto mal parido, xD!!
tienes razón, a mi ya se me han quitado las ganas de traer algo al mundo,jajaja, muy buena entrada!

Anónimo dijo...

Muy buena historia. deberas que aparte de dar miedo y risa te pone a pensar

Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.