Ayer me la encontré y empezamos a ponernos al día, cuando me lo contó no pude dejar de imaginar que clase de inmundas, terribles y macabras torturas habría empleado yo en su caso para cargármelo. ¡Ella se reía! Ufff, maldito amor.
Pero a lo que iba, la cuestión es que el lunes pasada recibió una llamada de su chico: Le digo que TENÍAN QUE HABLAR, QUE ERA SERIO y que PREFERÍA HACERLO A LA CARA, que ÉL SIEMPRE LA QUERRÍA, etc. etc. para después soltarle que ¡encima hasta el viernes nanai de la china! Edurne sobrevivió a la semana a base de apoyo humano femenino e inspiraciones profundas. ¡Y por fin llegó el viernes!
Rauda y veloz nuestra protagonista bajó de su casa a encontrarse con su estresante novio puesta en lo peor, mientras medio mundo se mordía las uñas esperando noticias suyas. Llegaron, frente a frente y tras muchas vacilaciones el tío le soltó: Te quiero.
Efectiviwonder nenas y nenes, esa era la gran confesión. Que la quería, que la quiere, que la querrá. Está claro que de ser yo la protagonista de esta historia, el tío en cuestión habría seguido queriéndome bajo tierra, pero con el alivio a Edurne se le olvidó la semana y el estrés y simplemente lo besó.
¡Cómo para no! Con lo que le ha costado que por fin el chaval se abra. Y mientras me contaba todo esto se reía y reía, y es que hombres...
Causa principal de nuestros problemas junto al alcohol... pero y es que ¡como nos gustan a nosotras los problemas!

0 comentarios:
Publicar un comentario