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astrid.rhys.jones@hotmail.com

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Echo de menos


Echo de menos las caricias. Ésas que comienzan en la nuca, rozan la oreja, se deslizan por el cuello, descansan en el hombro izquierdo y terminan en el pecho. Ahí, junto al corazón, como si quisiera con su mano atraparlo y llevárselo.

Echo de menos los besos delicados que van desde la clavícula al ombligo, mientras roza su nariz mi piel al paso. Sin olvidar claro aquellos que me destrozaban la boca, la cara, el cuello; salvaje expresión de todo nuestro deseo.

Echo de menos la respiración entrecortada y la alternancia de frío y calor que produce sobre la piel. Los jadeos que truenan en los oídos y el suspiro que va a morir en la nuca tras un escalofrío.

Echo de menos la voz que susurra, la que habla, la que ríe, la que acaricia el alma. También añoro la que gime, exige y se derrite. Sin olvidar nunca aquella que grita, o que simplemente pronuncia mi nombre.

Echo de menos las manos que se apresuran, esas ansiosas que atrapan y no sueltan. Las que se enredan en el pelo y, sobre todo, aquellas que sujetan por encima de ti las tuyas propias y te inmovilizan.

Echo de menos la piel contra la piel. El calor. El repentino frío. La fuerza y la delicadeza en perfecto equilibrio. La protección, y el desamparo posterior. La tortuosa y placentera lentitud, seguida de la deseada y deliciosa rapidez. Los cuerpos unidos, conectados. El sentir y ser en ese preciso momento. Todo. Lo echo de menos todo.

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Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.