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astrid.rhys.jones@hotmail.com

domingo, 8 de enero de 2012

Amores y trabajos

En realidad debería estar durmiendo para seguir trabajando mañana... Culpable. Pero me apetecía demasiado escribir. Estos días estoy desconectada del mundo, de mis chicas, de mis chicos, de todos cuanto quiero. Y es que este va a ser un mes estresante: salgo pronto y vuelvo tarde. Pero si todo va según lo previsto, habrá valido la pena, y mucho además.

Las noticias del exterior me llegan con cuentagotas. Pero casi mejor eh, ¡que sino me dan envidia! A Bucay lo veo más porque la cercanía lo permite pero él también está de trabajo hasta arriba y con poca cosa que contar. El resto de lo que sé me viene online: Karl con un nuevo ligue -¿habrá que ponerle nombre?-, David pues con sus rollos como siempre -tengo que mantener con él una charla urgente, pero habrá que esperar a febrero... y eso siendo urgente, ay dios-, de las chicas poco nuevo la verdad. Más amores, qué pasa? últimamente todo el mundo se enamora? Debo de ser el bicho raro, a tope. Kira anda colgadísima perdida por un tío que, desde luego, me gusta para ella; tiene buen gusto. Es un buena gente, solo espero que empiece a dar pasos hacia él! Que si no te mueves nada se mueve Kira!

Siguiendo con los amores está Ela. Bueno, ya dije que tenía novio verdad? Pues que deje de acapararla del todo! Tengo ganazas de verla! Al fin y al cabo la necesito, joder, la echo en falta.

Pues así va el mundo. Mientras unos se enamoran, otros intentamos hacer lo propio con nuestro trabajo... ¡y es que alguien tendrá que levantar el país! Me gusta. Más que nunca, siento que las cosas funcionan sin que tenga que controlar nada.

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Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.