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astrid.rhys.jones@hotmail.com

sábado, 12 de junio de 2010

Cuando los hilos que nos unen... se enredan

Reneé miró su reloj. Eran ya las seis. Suspiró, por fin la semana había acabado. Y mientras apagaba el ordenador recordó que le había prometido a Ana que llamaría a Rebeca para salir a quemar la ciudad esa noche. No es que hoy se sintiera con demasiada chispa, pero ¿por qué no? Le vendría bien distraerse y olvidarse de... de Aarón. Cogió el móvil y mientras salía del edificio con la carpeta debajo del brazo Rebeca por fin contestó.

Se había metido en la ducha después de haberse pasado todo el día en la cama, apenada por tener que deshacerse del dulce olor de la piel de Aarón pero satisfecha con su noche de sexo. Siempre le había atraído Aarón, incluso cuando estaba con Reneé; pero hasta ahora no se habia atrevido a nada. Sabía que él se arrepentía porque seguía enamorado de Reneé, por eso había salido a toda hostia de casa; y eso la irritaba. ¿Por qué Reneé? ¿Por qué no ella?

Mientras, el teléfono sonó. Rebeca de mala gana decidió cojerlo, ya había ignorado las llamadas de Ana toda la noche; era hora de volver a aparecer. Lo cojió pensando una disculpa para Ana por haber desaparecido.

-¿Sí? ¿Ana?

-No, soy Reneé. Pero sí, Ana te estuvo llamando anoche que por lo visto desapareciste. Da igual, ¡hoy vamos a salir a quemar la ciudad! ¡Es viernes! ¡Te espero en el Morrison a las diez y media como siempre! Venga ¡nos vemos!

Y sin darle tiempo a Rebeca casi ni a soltar un breve "ajá" colgó. Mierda, pensó Rebeca, ¿se lo digo o me lo callo?

Mientras Rebeca dudaba y Reneé se preparaba después de una estresante semana, Aarón quedaba con sus amigos para salir a emborracharse, había mucho que olvidar, y el Morrison les parecía a todos un buen punto de partida para su larga noche.

1 comentarios:

Sweet Mischief dijo...

gracias por el comment! me alegra que te guste lo que escribimos. y todos estos temas... they're so freaking hard and unfair

Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.