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astrid.rhys.jones@hotmail.com

miércoles, 16 de junio de 2010

Frases odiosas y juguetes que cansan

-Tú verás lo que haces.

Odiaba esa frase. Se mordió el labio y puso los ojos en blanco, guardando para sí la respuesta mordaz que pensaba darle. Él se fue a su habitación y se tumbó en la cama. Ella vaciló, ¿qué era lo que le impedía seguirle? Acaso estuviera ya cansada de él, ella se aburría fácilmente.

Apagó el cigarrillo nerviosa. Una vez más sentía que era él quien tenía el control y eso no le gustaba nada. Pensó en irse. Pero un trato es un trato. En su interior sabía que él estaba jugando con ella, la manipulaba psicológicamente para conseguir lo que quería. Le encantaba jugar con ella.

Se levantó, se metió el paquete de tabaco en el bolsillo y tocó tímidamente la puerta entreabierta de la habitación:

-¿Puedo pasar?

-Pasa.

Sabía que estaba cediendo a su chantaje emocional. Sabía que le estaba dando el control. Sabía que el jugaba descaradamente con ella. Pero qué hostias, a ella también le encantaba el juego. Además, todavía tenía que descubrir si es que se había cansado ya de él.

Magda tiene razón. Esto ha estado demasiado melancólico últimamente. Digo que es culpa del tiempo, pero sé que en mi mente también está todavía algo nublado.

1 comentarios:

Sweet Mischief dijo...

Te entiendo perfectamente. Adoras el juego, pero llega el momento en el que te quema tanto que entiendes que siempre hay uno que gana el juego y otro que pierde, y está claro quien es cada uno. Pero somos un poco ludópatas jajajaja hay que hacer lo que sea para dejar de pensar en... ya sabes! ah! no quiero ni nombrarlo ahora jajajaja un paso más para librarte de ese yugo...

y me alegro mucho de contagiarte mi optimismo! cuesta mantenerlo, la verdad, pero somos fuertes :)

Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.