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astrid.rhys.jones@hotmail.com

viernes, 11 de junio de 2010

Paso de él, del otro y del de más allá

Fuera de mi camino. Tú por no ser realmente la persona que me hiciste creer que eras. Tú, amor, por hacerme ver que David no era lo que era a base de jugar sin acatar las reglas y conseguir que yo sacrificara todo por ti para nada; por eso también, fuera.

También fuera de mi vista el de la esquina que siempre me mira haciéndome pensar que llevo desabrochada mi camisa más mona, y orden de alejamiento para el imbécil incoherente que dice algo y hace todo lo contrario, o peor; no hace nada. Que se mantenga a distancia el de la sonrisa mona y ojos sexys que no tuvo cojones a proponerme lo que ya estaba en el aire, y que nunca aparezca aquel que se atrevió a salpicarme con su mierda.

Todos fuera. Todos lejos.

Ven tú, incoherente pesadilla de mis más maravillosos sueños. Róbales a cada uno de los anteriores el cachito que me robaron ellos a mí. Y devuélmelos, para que yo luego te los vaya entregando uno a uno. Si me da la gana, claro.

Porque sabes que no me ganarás con caballerosidad; ni con regalos, ya sean baratos o caros. Inténtalo con ese roce cuando te pasees por mi lado, solo un roce; ni se te ocurra tomarme de la mano. Ya estuve agarrada demasiado tiempo. Inténtalo con esa sonrisa torcida y cínica, no con una de esas máscaras que han tapado la cara miles de veces a los de mi alrededor. Ya tengo cientos de esas máscaras guardadas en el cajón. Los dos sabemos que tampoco debes decirme que me entiendes, ni me interesa que lo hagas; solo quiero que pongas los ojos en blanco, me susurres al oido lo loca que estoy y lo mucho que te pongo por ello.

Pero para qué me engaño. Eres solo sueños. Solo aire de mis pensamientos. Quizás como mucho la encarnación en algún chico que se me acerque después de haberme tomado un par de copas y llenado mi cabeza de otro aire más oscuro, más verde.

Pero lo acepto. No hay otra, porque no cambiaré mis sueños, no cambiaré yo. Así que de momento, todos fuera. Ya me ocuparé de acercarme yo cuando quiera. Y a quién quiera.

1 comentarios:

Sweet Mischief dijo...

llega un momento en el que realmente los odias a todos

Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.