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astrid.rhys.jones@hotmail.com

domingo, 11 de abril de 2010

Dichos, reglas y redichos

Dicen, que cuando una relación termina, todo cobra nuevo significado. Que cualquier cosa insignificante nos recuerda a esa persona, o eso dicen. El portal del final de la calle dejará de serlo para pasar a ser el sitio donde os disteis vuestro primer beso, la pasmina que tanto te gusta pasará a ser la pasmina con la que os cubristeis un día de lluvia, y el sofá de tu casa deja de serlo para ser un recordatorio de las miles de veces que ahí hicisteis manitas. Sí, todo cambia según dicen. Todo te recuerda a esa persona; cosas, sitios y situaciones que mientras estabas con él no te traían nada a la cabeza. El portal era el portal, la pasmina era la pasmina y el sofá solo un sofá. Pero en un segundo, todo cambia de color, luz, textura, olor,... Te parece poder sentir todavía las gotas de la lluvia que os mojaban debajo de la pasmina, el eco de la risa en el portal y su dulce olor en el sofá.

Pero todo es psicológico. El portal no deja de ser un portal donde miles de personas se han besado, y otras muchas han meado borrachas, la pasmina está seca y hoy el sol luce sin rastro de lluvia, y ese sofá no conserva más olor que el de las palomitas de la película que viste ayer, a lo sumo.

Aun así, aunque sepamos que es psicológico no podemos evitarlo, hacemos tonterías: Evitamos el portal, nos cubrimos con la pasmina y nos acurrucamos en el sofá. ¿Por qué será? Es bien sencillo. Tenemos miedo. Miedo al futuro, a un futuro donde algo que parecía eterno ya no existe. Y como tenemos miedo al futuro, nos aferramos al pasado y optamos por vivir en él.

Dicen que necesitamos la mitad de tiempo que hemos pasado en una relación para olvidar la misma. Esto es una gran putada. Y es que estas cosas deberían avisarlas antes de que ocurra, antes de que por un imcomprensible proceso bioquímico decidas que quieres pasar el resto de tu vida al lado de esa persona. Antes de enamorarte. Pero no, esto no es como la alarma del móvil que te dice que tu saldo se está agotando.

Por eso tenía yo la filosofia de "vamos a querernos una sola noche". Total, si la regla de las relaciones se cumple, mañana al mediodía ya te habré olvidado, y antes si bebimos demasiado. Pero las cosas no siempre salen como quieres y Ela, con su "si no arriesgas nunca ganarás" (para ella arriesgar es atreverse a querer durante... bueno, más de una noche; y ganar... pues la verdad, todavía no lo sé ¿que el también te quiera? bueh..) me come la cabeza y acabo donde acabo. Su filosofía tiene un fallo, y es que no menciona que si arriesgas también puedes perder. Y así acabas, evitando portales, cubierta con una pasmina y acurrucandote en el sofa.

Pero si seguimos los dichos y redichos populares de la psicología amorosa, sé que tarde o temprano volveré a ese portal con alguien, mi pasmina se mojará de nuevo bajo la lluvia y volveré a disfrutar mucho en ese sofá. Porque tarde o temprano, complementando a "es necesario la mitad del tiempo que duró la relación para olvidar la misma", está el dicho de que "un clavo... saca a otro clavo" x)

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Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.