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domingo, 25 de abril de 2010

Móviles y alcohol, no more

Dicen que hay tres cosas que comprobamos con angustia el día de después de una noche de fiesta salvaje, o de fiesta a secas:

La cara, el dinero que nos queda en la cartera y la bandeja de salida del móvil.

Y esto cierto al cien por cien. La cara y el dinero, a fin de cuentas son cosas remediables. El anti-ojeras y las gafas de sol hacen milagros y en cuanto al dinero, bueno, siempre puedes subastar una foto de tu cara del día después (sin maquillaje ni gafas) en ebay para sacar algo más de pasta. Pero lo que desde luego no tiene remedio es lo del móvil. Nada. SMS enviado, SMS que no tiene remedio. Por mucho que lo borres de tu bandeja de entrada... seguirá en la de otro u otra. Como prueba de tu borrachera y consiguiente error. Para avergonzarte por los siglos de los siglos... amén. Y es que con ciertas cantidades de alcohol en sangre, muchos números de la agenda deberían quedar restringidos:



  • Numeros de tus ex. No sabes hasta que punto puede entrarte la morriña y mandarle algo subidito de tono.

  • Novios, amantes o rollos actuales. Suele suceder que nos envalentonemos y echemos todo por la borda, los mandemos a la mierda y otros dramas varios. Esto suele ir acompañado con el consiguiente mensaje a algún ex...

  • Familia. Puede parecer extraño pero a las cinco de la mañana tu tía no quiere recibir un sms tuyo diciendole que haber si os veis por navidad... en serio, no quiere.

  • Amigos del sexo contrario. El alcohol provoca unos efectos muy pero que muy extraños en las personas, tales como que veas a la gente de otra manera... De una manera que antes nunca te habías planteado. Eso puede llevar a que acabes escondiéndote de tu amigo durante el mes entero siguiente.

En definitiva, todas aquellos números de personas que no sean tu círculo íntimo del mismo sexo (e incluso en algunos casos hasta estas) deberían quedar restringidos... La compañía que invente el móvil con alcoholímetro integrado se forra fijo. A mi ex se lo regalaría el primer día en que saliera, con una notita que pusiera "para dejarte con el calentón hasta por telefono"... Justo después de haberme agenciado uno para mi misma, claro.


Pero mientras esperamos a que alguna compañía por fin se decida a ello... Pocas soluciones nos quedan:


a) Tomárnoslo con humor.


b) Hacer como que nada de todo aquello a ocurrido.


c) Hacer que tus amigas te confisquen el móvil por la noche. Pero esto no suele funcionar porque las amigas en cuestión suelen llevar la misma cantidad de alcohol en sangre que tú, ahí sí que se puede decir que sois hermanas de sangre ¡todas llevais más vodka que globulos rojos! Total, que si eres de aquellas personas que borrachas son capaces de convencer a otras personas borrachas con argumentos tan persuasivos como "venga tiaa, que solo quiero mirar haber si me han llamado de movistar", lo más probable es que la amiga de turno acabe por darte el móvil y que incluso luego te pregunte haber si te habían llamado...


Obviamente entre estas soluciones no se incluye la de eliminar el consumo de alcohol, por imposibilidad de llevarse a cabo en un día de fiesta normal.


Pero bueno, si ya la has cagado, no te quedan muchas alternativas. Lo mejor es no rayarse. No rayarse y salir a emborracharse. Total, al igual que un clavo saca otro, una borrachera y sus consecuencias solo se olvidan con otra.




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Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.