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astrid.rhys.jones@hotmail.com

sábado, 10 de abril de 2010

¡Se buena!

Se buena, se buena, se buena,... ¡pero qué asco! ¡anda y que te den! Me pregunto a qué tío que supere los diez años de edad se atrevería a decirle nadie que sea bueno. Pero claro, yo no tengo pito. Dice un estudio que la relación que tienes/tuviste con tu padre marca la relación que tendrás con los hombres, y que es más, si esa relación fue buena hay una clara tendencia a sentirse atraida por hombres que físicamente o emocionalmente te recuerden a él. Bien, menos mal que a día de hoy mantengo una horrorosa relación con mi padre, lo que me permite babear por tíos con barbita y no pillarme por calvos... Pero si este estudio es cierto, ¿Qué pasa? ¿Se creen los hombres con derecho a ejercer de padres? Se buena, se buena, blah, blah, blah.

Te ven arreglando algo y te dicen: anda trae que ya lo hago yo. ¿Que lo haces tú? ¿Qué lo haces tú? Perdona guapo, si no lo he conseguido yo en cinco minutos es que está roto y no hay manera. Pero bueno, decides darles un voto de confianza y te ilusionas (quien sabe, igual si sabe arreglarlo... ¡ja!) Después de estar ellos intentandolo y reintentándolo durante otros cinco minutos, ponen cara de expertos y te miran mientras dicen: Esto... no se puede arreglar, está roto. (WHAT FUCK!!)Eso mismo te lo he dicho yo hace diez minutos, pero parece ser que se necesita la confirmación de un tío para que realmente algo sea irreparable. Si no, "es que ellas no saben ponerlo/arreglarlo".

Yo lo tengo claro, voy a contratar a un pavo que cuando yo diga algo él lo repita automáticamente para confirmarlo. La de tiempo que me iba a ahorrar sin tener que escuchar "trae que lo hago/arreglo yo". Y es que es eso o el cambio de sexo... y le tengo demasiado aprecio a mi cerebro como para que me lo extirpen y me pongan otro peor de recambio en la entrepierna.

Me contaba ayer Abigail la historia de una chica que se ha echado novio. Hasta ahí bien, princesita de manual. Pero no, lo que en realidad se ha echado esa chica es UN PADRE, UN ESTILISTA, UN RELACIONES PÚBLICAS y UN DICTADOR e igual lo que más falta le hacía, un polvo, eso no se lo ha echado.

¿Por qué todo eso? Bien, un padre porque tiene derecho a decirle qué puede y qué no puede hacer, un estilista porque él es quien decide que ropa es adecuada y cual no para que se ponga, un relaciones públicas porque él tiene el control para decidir sobre las personas con las que puede salir y las que no; y un dictador porque todo tiene que ser como él dice y no hay opción de discutirlo.

Bien, algunos/as dirán: "Es que está enamorada..." Vale, pues por favor, si algún día me enamoro, atadme de pies y manos y practicadme un exorcismo a base de rociarme con alcohol bendito (preferiblemente licor) y hacerme ver capítulos y capítulos de alguna serie donde salgan suficientes tíos buenos como para que se me pase la tontería. Lo que más pena me da es que a ella posiblemente ni se le haya ocurrido el buscarse a un tío y abandonar a... ¿eso? Porque claro, si él hace todo eso es porque la quiere (FUCK YOU!!). Pobre princesa... yo pensaba que en esos cuentos de hadas que les gustan a las señoritas el vestido para el baile lo elegías tú, siempre estabas rodeada de amiguitos de tu elección (véase pajaritos, ratones, en fin toda clase de animales ¡tipo los tíos de ahora!) y la única que quizás te ordenaba (puteaba) podía ser una malvada madrastra de la que al final siempre te acababas librando. Pues vaya, al final va a resultar que los cuentos de hadas no existen (¡No me digas! (ironía)).

Niña, quítate la corona que tanto te pesa y libérate de esas cadenas que tú misma has dejado que te pongan por "amor". Recupera tu corazón, y con él también el cerebro, y búscate alguien que realmente te quiera. Que realmente te respete. Alguien que no sea un príncipe celoso, controlador y obsesivo. Un tío de verdad.

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Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.