De repente, un sonido interrumpe el hilo de mis pensamientos. Es la megafonía anunciando la siguiente parada. Entramos en un tunel, y todo se oscurece momentáneamente, como mi alma. El corazón me da un vuelco y mi mente vuela hacia un pasado no muy lejano meses atras. Un pasado donde también volvía todos los viernes en metro, pero bajaba una parada antes. Un pasado donde el viaje de vuelta era el viaje de ida hacia... ¿hacia qué? ¿El amor? Bah, no sé. Hasta él. Eso era suficiente. Suficiente para que mi ánimo se elevara, mi cara se iluminara y los fríos días de invierno y diciembre fueran acalorados...
Sí, la nostalgia me invade mientras el metro se para y miro el letrero de la estación donde infinitas veces me bajé. Todos los recuerdos, sentimientos y sonidos se arremolinan como un torbellino en mi mente, y me empiezo a sentir mareada. Me apoyo contra la pared y cierro los ojos.
No los abro hasta que vuelvo a sentir el calor del sol en la cara mientras dejamos la estación atrás al salir del túnel. A mi alrededor, el niño que no quiere bañarse y algún que otro más me miran con curiosidad. Sonrío y miro por la ventana. Me acabo de dar cuenta. Nadie me espera ya en esa otra parada, ahora me dirijo hacia una nueva, a en la que otras muchas personas sí que lo hacen.
Con una sonrisa melancólica miro el reloj. No veo la hora de llegar ya.

1 comentarios:
ya sabes, siempre esperamos en esa sucia barra de bar.. :P
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