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astrid.rhys.jones@hotmail.com

jueves, 6 de mayo de 2010

Nostalgia de un baño

-¡Ei! ¡Astrid! ¡Astrid!-oigo susurrar al otro lado de la puerta, mientras estoy en uno de los cubículos del baño. La voz misteriosa sigue adelante, alejándose de donde estoy hacia los del fondo. Tiro de la cadena y me arreglo la ropa. Cojo el bolso y abro la puerta mientras me lo coloco en el hombro. Salgo y antes de que pueda gritar me encuentro de nuevo dentro con la boca tapada por su mano. Le miro asustada y me relajo al ver quien es. Me sonríe y me quita la mano de la boca.

-¡Me has asustado imbécil!-Digo mientras sonriendo le pego un puñetazo en el hombro y me escabullo fuera del baño por debajo de su brazo. Rápida, cierro la puerta del cubículo. Sé que solo tengo unos segundos porque él es demasiado rápido y fuerte como para dejarlo encerrado. Salgo de los lavabos presurosa y al momento lo tengo ya caminando a mi lado.

-Te faltan reflejos eeh-le pincho.

-¿Y lo dices tu? Si te he atrapado antes de que siguiera te hayas dado cuenta.

-Mmm... no ha valido, estaba despistada-digo mientras pongo cara de circunstancias- Además-cambio de tema rápido- ¿tú no deberías estar haciendo algo? No sé, trabajando o trapicheando por ahí...

-Me he tomado el día libre para venir a ver esto. No está nada, pero que nada mal Astrid... joder...-Dice señalando a su alrededor.

-No... la verdad es que no...-digo aburrida.

-¿Qué pasa? ¿No era esto lo que tanto querías?-Se detiene a mirarme.

-Bueno sí, claro que sí, lo que pasa es que echo de menos lo de antes...-Miro al infinito, con esa nostalgia permanente en mi mirada.

Salimos a los jardines de la parte de atrás y avanzamos en silencio por el sendero entre los árboles. Hace un día precioso, sin una sola nube en el cielo. Miro hacia arriba disfrutando de la luz y el aire, sonriendo. Lo miro. El verano le ha sentado bien, está más moreno que nunca y lleva esos vaqueros rotos... El mismo me saca de mis pensamientos.

-Sí, en el fondo te entiendo. Entiendo que eches de menos lo de antes -Lo miro sorprendida- Es que los baños no son la mitad de buenos eeh...-se explica sonriendo malicioso y burlón. Lo pillo y tardo medio segundo en darle un empujón. Aun así le contesto sonriendo:

-¡Idiota! ¡No me refería a... a eso!

-Sí, claro-sigue riéndose, mientras; avanza poniéndose fuera de mi alcance.-¿Estás segura? Mmm...-Dice mientras con una sonrisa mala retrocede hasta quedarse a un metro de distancia de mí.

-¡Por supuesto!-Digo alzando la barbilla, superior- Ahora soy una mujer adulta.

-Ya, eso ya lo veo-Se ríe mirando mi falda de tubo y los tacones altos- Pero debajo de toda esa parafernalia sigues siendo la misma jajaja....

Me limito a finjir que lo ignoro y a seguir andando. Él, un metro por delante, anda hacia atrás mirándome con su mejor sonrisa de chulo. Antes de pensar siquiera que es lo que hago intento agarrarlo para darle una buena tunda por haber hecho que me sonrojara, pero él rápido, se aleja riéndose.

-¡Venga Astrid! Tendrás que esforzarte un poco más si de verdad quieres pillarme. Sigues igual de lenta que siempre-se burla.- pero bueno por lo menos lo intentas...

-Ahora verás-Perdiendo ya completamente la compostura me quito los zapatos y los dejo con el bolso en la hierba del borde del camino. Se ríe y se aleja unos cuantos metros más mientras me grita:

-¡Pues sí que echas de menos los viejos baños! Bueno, ¡a la compañía en los baños!

Me agacho, cojo uno de los zapatos y se lo tiro a la cabeza mientras me sonrojo. Lo esquiva y se ríe.

-¡Vamos Astrid! Demuéstrame que sigues siendo tú...-Y sale corriendo con el zapato en la mano.

Me quedo quieta un momento antes de echar a correr. Lo miro, a él y a sus vaqueros rotos... "Joder, como echo de menos ese baño..."Pienso, y salgo corriendo tras de él mientras una sonrisa pinta mi cara.

1 comentarios:

Anonymous dijo...

me encaaaanta esta entrada! jajaja
no hay nada como que te pongan la espalda contra la pared en un baño...!

Retazos de una vida pasada, pero no por ello menos válido.

Que no te engañen. No existen los cuentos de hadas, las princesas viven en cuentos de terror. Cuentos donde nadie dice lo que piensa, ni hace lo que desea; sino lo que se supone que tiene que decir y hacer. Allí, los vestidos y zapatos son incómodos, no dejan correr; ni vivir en realidad. Los príncipes no son tan buenos y no protegen, solo aprisionan y ahogan. Los dragones a su lado son una bendición, y es que por lo menos a esos puedes odiarlos. Porque el problema comienza cuando quien amas es quien te está matando por dentro.