Se sentó con las piernas cruzadas en el sofá y puso la película. "Debo de ser masoca" pensó Reneé. Ponerse a ver una película romántica un sábado por la noche no podía ser la mejor manera de olvidar a Aarón. Suspiró. Y miro el paquete de clinex preparado a su lado para casos de emergencia. El contestador y su móvil no dejaban de pitar, quizás con mil planes de fiesta; pero ignorados.
Todavía no habían terminado los créditos del principio cuando el tinbre de la puerta sonó. Estuvo a punto de ignorarlo, pero luego pensó que quizás fuera algún vecino con alguna cosa urgente y fue a abrir. Con su manta en los hombros y el envase de comida en una mano fue hasta la puerta y, sin mirar por la mirilla quien era, abrió. Mala costumbre. Antes de que se diera cuenta se vio empujada contra una pared con tanta fuerza que se le cayó el arroz, y la entrada de su loft fue invadida por todo un ejercito de guerreras.
Ahí estaban todas, con sus uniformes de guerra en misión de rescate. La jefa del operativo se le acercó y le dijo poniéndose en jarras:
-Tienes exactamente cinco segundos para quitarte ese pijama y salir corriendo hacia la ducha antes de que te meta yo de los pelos.
Reneé intentó protestar. Hoy no estaba de servicio, no estaba con ganas de fiesta. Pero las chicas no pensaban irse con una negativa.
-Venga Reneé.- Mientras dos la empujaban hacia el baño. Ella inventó excusas:
-Estaba a punto de ver una película y encima mira, se ha caido el arroz tengo que recogerlo. ¡Además no hace buen tiempo!
-Uno: no te voy a dejar aquí viendo esta bazofia mientras comes comida china. Dos: Esto lo recogemos nosotras ahora mientras te preparas. Y tres: ¡Es de noche! ¡Y nos vamos a una discoteca! ¡El tiempo no es excusa!
En media hora se había duchado, la habían peinado y elegido la ropa, se la había puesto, se había maquillado y estaba a punto de salir por la puerta.
-¡Vamos a quemar la ciudad!-Gritó alguna.
-Esperar...-Dijo Reneé. Todas se dieron la vuelta, pensando que quizás ahora se echaría a atrás, se empeñaría en quedarse en casa y no habría manera de hacerla salir. Pero las sonrió fue hasta la cocina y volvió con algo en las manos. La miraron interrogantes.
-¿No pensaréis que vaya a salir de fiesta sin nada en el estomago no?- Y salió de casa con su traje de guerrera y una sonrisa mientras se comía lo que se había salvado del arroz. Su escolta de chicas la siguió riéndose. Estaba a punto de comenzar otra guerra.
1 comentarios:
me encanta!!!!!
como agradezco que escribas diariamente. de hecho ojala escribieses varias veces al dia jaja =P
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